Novela corta

Vidas sin vivir: la maestría de Clarice Lispector

La autora se adentra en la existencia anodina de una joven humilde emigrada a Río de Janeiro en una historia que nos hace reflexionar sobre la infelicidad y la necesidad de ser vistos

Clarice Lispector.

Clarice Lispector. / L. O.

Virginia Guzmán

Virginia Guzmán

«Le faltaba la habilidad de ser hábil.. Solo de una manera vaga se daba cuenta de una ausencia que tenía de sí en sí misma». Con esas palabras el narrador de ‘La hora de la estrella’ define a su protagonista, una descripción casi poética, tan clara como triste. Y con la maestría única de una autora, Clarice Lispector, fallecida hace casi medio siglo pero cuyas narraciones podrían fácilmente retratar nuestros tiempos más actuales.

Es una gran suerte que la editorial Siruela permita a los lectores españoles disfrutar de esta historia de la escritora, publicada en 1977 poco antes de su muerte. Es un relato largo , una novela corta, dentro de la biblioteca que a ella le ha dedicado. La historia engancha desde el primer momento en el que un supuesto escritor, Rodrigo S.M., se decide a escribir sobre la desgraciada vida de Macabea, o quizá sobre su no vida. Una existencia tan anodina, tan vacía, sin nada reseñable, solo soledad, añoranza de lo que nada ha sido ni será. Vidas que se viven sin vivir en ellas, sin pasado ni futuro, como un presente continuo en el que se habita casi como si se caminase con una capa de invisibilidad. La joven protagonista es mecanógrafa, está enamorada de su jefe en un amor no correspondido, huérfana desde muy pequeña y con una apariencia enfermiza y poco cuidada, como si esa desidia interior se hubiese trasladado a la imagen que muestra al mundo. Emigra a Río de Janeiro y comparte habitación con otras muchachas, humildes como ella, que no son amigas, solo compañeras circunstanciales de vidas míseras con sueños aún no cumplidos.

Y con ese escenario de fondo, Lispector, ucraniana judía pero después nacionalizada brasileña y grande de las letras del siglo XX del país carioca, consigue dos objetivos: retratar con certeza las muchas necesidades de la época en esa gran urbe, los sueños rotos cuando la fortuna y la suerte no acompañan, y las vidas de gente que están marcadas para nunca ser héroes, para jamás dejar huella. Macabea no hace mal a nadie, tampoco es que su existencia esté llamada a grandes gestas, existe sin más. Y no sabe si lo que ve frente al espejo cuando se mira es ella o es nada, metáfora de cuando se siente que no se importa al mundo, que se es invisible frente al resto.

Es simple en su rutina, tan igual que podría confundir un día con otro, es simple en sus pensamientos. Nació «raquítica» en un sertao , en Alagoas, lejos de todo, como si esa circunstancia fuese una premonición de lo que vendría después. «Presumo que su vida era una larga meditación sobre la nada», dice de ella el narrador que cuenta su historia. Austera por necesidad y austera en su interior, aunque a veces tuviese destellos de interés en cosas triviales, como su colección de anuncios. La ausencia de vida propia la empuja a soñar despierta. Tampoco le queda otra posibilidad. Pero tiene nostalgia de lo que no conoce, sueña si alguna vez conocerá al hombre que la sacará del estupor que es su vida, quizá un soldado de esos que los domingos ve en sus paseos. Y aunque no crea en Dios, quiere creer en algo, por eso busca la ayuda de una adivina, para que le lea su futuro, para que insufle esperanza a esa desesperanza que se niega a abandonarla. Y quizá, sólo quizá, esa lectura le aporte un ínfimo momento de felicidad, aunque eso queda en manos del lector descubrirlo.

Es ‘La hora de la estrella’ una lectura corta, que se lee casi del tirón, y que viene acompañada de un interesante epílogo de Paulo Gurgel Valente, que aporta claridad al momento en el que Lispector escribió esta historia, cómo la recibió la crítica y los retazos autobiográficos de la autora que se dejan ver en la narración.

Y merece la pena introducirse en el universo literario de Lispector, autora de vida no demasiado larga pero azarosa, que conoció penurias, exilios, que resaltó en una época en la que la mujer no estaba llamada a destacar de forma fácil y libre, que conoció luces y sombras y estaba dotada de una maestría difícil de lograr en el manejo de las palabras, con una prosa precisa, directa, pero a la vez poética, filosófica incluso y capaz de profundos retratos psicológicos. Y en este caso de gente predestinada a no dejar rastro. Darle voz a los que nunca son vistos. Y lo logra de forma sobresaliente.

La hora de la estrella

Autora: Clarice Lispector

Traducción: Ana Poljak

Editorial: Siruela

Páginas: 108

Precio: 14,95 €

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