Editorial Lumen
La voz sencilla, directa, casi mágica de Natalia Ginzburg
Con ‘Las palabras de la noche’ . Lumen recupera una de las novelas más simbólicas de Natalia Ginzburg, capaz de fascinar con las palabras, de emocionar con la prodigiosa sencillez de su estilo , gracias a sus personajes cercanos y auténticos. Es la escritura insuperable de Ginzburg

Natalia Ginzburg / L.O.
La Segunda Guerra Mundial y el fascismo en Italia marcaron sin duda la escritura de Natalia Ginzburg. Pero ella quiso pasar página de todo eso en cuanto la guerra quedó atrás y su mirada literaria se concentró en retratar a la Italia mundana que intentaba olvidar el conflicto bélico y se afanaba por recuperar la vida cotidiana, el día a día sin bombas, donde lo que resurgían eran los pequeños conflictos internos en las familias y la necesidad de retomar las relaciones entre vecinos, los cotilleos, los noviazgos, los pequeños sueños interrumpidos por las balas.
Nace así en 1952 ‘Todos nuestros ayeres’; ‘Valentino’, en 1957 y en 1961 ‘Las palabras de la noche’, que ahora nos ocupa, y que en palabras de su amigo Italo Calvino , es su novela más hermosa.
Con ‘Las palabras de la noche’, Natalia Ginzburg vuelve a demostrar su condición de escritora de sentimientos y de psicología humana, capaz de conmover al lector con su forma de narrar las ansiedades de sus personajes. Natalia Ginzburg sabe fascinar con las palabras, sabe encantar con la sencillez de su estilo y la eficacia de sus diálogos.
En todo caso, como hace en muchas de sus otras novelas, ella no moraliza, no juzga ni comenta, pero consigue, a través de sus palabras, a través de la descripción de sus rostros, de la entonación de sus voces, de la descripción de sus gestos mínimos, de sus ropas, hacer que todos los protagonistas sean creíbles y cercanos, que estén vivos y sean auténticos, tan auténticos que parece que realmente los conocemos.
En algún pueblo cercano a Turín, conocemos a través de Elsa, la narradora, las vidas cotidianas de los vecinos de este pueblo, olvidados ya de los males de la guerra y afanados en devolver la normalidad rutinaria a sus vidas y entregarse a esos pequeños conflictos entre familiares y vecinos.
Elsa, la narradora, es una mujer joven, pero a sus 27 años las murmuraciones sobre su soltería están cada vez más en la lengua de sus vecinos. Tímida y cuidadosa de no molestar con sus pensamientos y deseos, a ella no le preocupa casarse, lo único que le importa es ser feliz durante el mayor tiempo posible con Tommasino, ambos secretamente enamorados.
Elsa, criada bajo el control de una madre severa y autoritaria, con la que no hay un diálogo real; hija de un notario de la fábrica de tejidos De Francisci, siempre ha vivido en pleno campo, llevando una vida que no es la que le gustaría. Hermana de una mujer casada en el extranjero, y de un hermano que emigró a Venezuela, Elsa vive una vida solitaria, como otros desearían; siempre dispuesta a satisfacer el egoísmo de los demás, sin tener nunca un momento felicidad propio.
En torno a la familia de Elsa giran las vidas de muchos otros personajes. Pero en particular la de los Balotta , apodo con el que se conoce al viejo Balotta, dueño junto con sus hijos, de la fábrica de tejidos que da trabajo y riqueza al pueblo; uno de esos hijos es Tommasino, con el que queda entrelazado el destino de la familia de Elsa.
El viejo Balotta era socialista, y lo siguió siendo hasta su muerte, aunque al llegar el fascismo perdió la costumbre de decir en voz alta lo que pensaba y solo lo soportaba su mujer, la señora Cecilia. El viejo desconfiaba de sus hijos para que continuaran llevando la fábrica y pensaba dejarla en manos de el Purillo, un pariente lejano del viejo que este había criado desde que se quedó huérfano. Más tarde, a Purillo todos le tomaban el pelo, porque era muy fascista y le hacían coplas cuando recibía a los jerarcas en la fábrica y se le disparaba el brazo con el saludo romano. Vamos conociendo a los vecinos del pueblo gracias a la madre de Elsa, que con su chismorreo permanente se dedica a curiosear aquí y allá para luego airearlo todo, a la tía Ottavia, a los hijos de Balotta, a Gemmina, la mayor, enamorada de Nebbia, al que mataron los fascistas; a los otros: Vincenzino, Mario, Raffaella y Tommasino.
Son historias sencillas, de personas sencillas, con descripciones muy breves y diálogos densos. Sin embargo, a pesar de los diálogos, los personajes de la historia parecen no decirse mucho: expresan palabras, conceptos, ideales –a menudo los niegan–, pero no se comunican entre sí: son incapaces de hacerlo. ‘Voces de la tarde’ es un libro imbuido de la melancolía típica de Natalia Ginzburg, habitado por personajes que prefieren enterrar sus pensamientos, que han dejado de pensar por completo, para amoldarse a la talla de la sociedad que los vio nacer.
El resultado es esta novela cautivadora y hermosa donde brilla la sobriedad con la que Natalia Ginzburg analiza la sociedad, las relaciones sociales y la psicología de personajes. Natalia Ginzbur no es buena, es más, es insuperable.

Las palabras de la noche
- Natalia Ginzburg
- Editorial: Lumen
- Traducción: Andrés Trapiello
- Precio: 24,95 €
- 145 pp
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