Ensayo

María Negroni y su apuesta por la heterodoxia

En ‘Colección permanente’ la escritora nos invita a recorrer su universo literario donde concibe la escritura como un ejercicio, libre, sin modelo, «hecho de perdición y de fe, de renuncia y de promesa»

María Negroni

María Negroni / L. O.

María Negroni, la poeta, ensayista y escritora argentina, es por su condición, lo excepcionalmente diferente en literatura; es ese maravilloso verso libre que proclama la heterodoxia, lo indócil, que, como señala Enrique Vila-Matas, huye de lo convencional y busca nuevas rutas que ensanchen la literatura y sus géneros, que la conecten con otras artes. Eso le permite explorar, con una mirada particularmente transgresora, los secretos que encierra la literatura, hasta llegar a la matriz misma de la palabra.

Ahora, esa misma María Negroni que nos dejó a todos boquiabiertos con su extraordinaria ‘El corazón del daño’, vuelve a hollar en ese camino de la disidencia y lo antidogmático con ‘Colección permanente’, donde imitando esas exposiciones permanentes de los museos ella idea un museo de la escritura donde expone su colección permanente de la palabra escrita. Dicho por ella «es un conjunto de todo lo que he pensado amado, querido, odiado y sufrido con la escritura», una conversación abierta donde expone las inquietudes que han atravesado su escritura.Y andando más allá justifica esta ‘Colección permanente’ en la idea de que «había que medir la insuficiencia de lenguaje, su relación con la vida, la obsesión y la forma, pensar en los proyectos transversales de escritura, la categoría de los géneros, la presunta función social de la literatura, los vínculos conflictivos con el canon y el mercado editorial».

El libro, expuesto a modo de conversación metaliteraria permanente consigo misma, es un híbrido que no se detiene en el ensayo puro, más bien es una mezcla donde hay registros poéticos, autobiográficos, juegos literarios. Dejando atrás la cautela, mezcla la vivencia personal y las ideas de otros escritores, la entrevista apócrifa, la figura inventada de un maestro, y esas preguntas que la escritura lanza desde siempre a la realidad del mundo; hay entrevistas imaginadas a distintos autores, entre ellos a Paul Valéry, Vicente Huidobro o Robert Walser.

Nos habla de sus inicios como escritora, sus años de juventud, durante la dictadura militar en Argentina, con un ideal político claro donde «el individuo es nada, el pueblo lo es todos y sus necesidades tienen prioridad». Cuando aquello fracasó, se planteó qué hacer y una amiga le recordó que le gustaba escribir; ella le rescató y le mostró otro camino, porque el camino de la política y el de la poesía no van unidos, ni en paralelo.

Luego, a través de su primer editor conoció a Juan Gelman, al que admiraba. Poco después el editor le pidió si podía alojar a Gelman que había ido a trabajar a Nueva York a Naciones Unidas. Lo hospedó sin reservas y surgió el cariño. Luego a veces le llamaba para leerle un poema que ella escuchaba atónita como un regalo inmerecido. El gran regalo de Gelman fue advertirle que no existe relación alguna entre calidad literaria y éxito de público.

Hay varias entrevistas inventadas. La primera a Vicente Huidrobro, al que le pregunta si un escritor debe comprometerse con la realidad; otra con Emily Dickinson, que le habla de su maestro anónimo que le enseñó a «hacer amigos a solas, a usar verbos despiertos , a dejar de cubrir con poemas sin mundo el mundo».

A Paul Valery le entrevista en sus horas más bajas, pero aun así le explica que en un poema «las palabras torpemente buscan decir lo que dicen sin decirlo y no decir diciéndolo. En esa noche oscura, las palabras cantan, se rebelan contra el lenguaje que, sin embargo, les dicta el próximo verso».

A Robert Walser lo recibe en la antesala de la muerte, ya sin deseos, junto a los que fueron sus instrumentos de trabajo: «la humillación y la angustia»y que le recuerda que la recompensa del arte «no es el éxito, sino la embriaguez».

Recuerda a George Steiner cuando señala que la belleza surge cuando en el texto se rompe una regla, ya sea gramatical, sintáctica o conceptual. Es como una irrupción inesperada de algo que subvierte el sentido común lo que nos sobresalta y conmueve; también a Mújica Lainez que señala que la belleza es una subcategoría de lo raro. Lo celebra porque ello supone un bien para el lector al abrir nuevos territorios, nuevas formas de sentir .

Termina como empezó, remarcando su apuesta por lo distinto, en sus preferencias por el desvío, por la escritura poliédrica, aquella que ni siquiera encaja en el canon de la heterodoxia porque observa que el mercado, la industria cultura enseguida se adueña de esa heterodoxia y termina transformándola en moda, en negocio. «Ser libre es estar en el exilio». Es todo.

Colección permanente

Autora: María Negroni

Editorial: Random House

Páginas: 145

Precio: 24,95 €

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