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Libros

Isak Dinesen, una granja cerca de Nairobi

Cuando la narrativa sirvió para contar su vida. ‘Memorias de África’ se publicó por primera vez en 1937, escrita por Karen Blixen con el seudónimo de Isak Dinesen. Se llevó al cine en 1985, una proyección de la literatura

Isak Dinesen, una granja cerca de Nairobi

Isak Dinesen, una granja cerca de Nairobi / L.O

Santiago Ortiz Lerín

Santiago Ortiz Lerín

Sobre la cubierta de un viejo dragaminas con el nombre de «La sombra del águila recorre la pradera, hacia lejanas y celestes montañas sin nombre», son los versos de un poema escrito por Karen Blixen durante su estancia en África. Un avión biplano de color amarillo y negro aterriza en una pradera de una granja próxima a Nairobi. Mientras, un anciano de la etnia kikuyu se dirige a la pareja que baja de la aeronave, modelo De Havilland M60 Moth, y les pregunta si han visto a Dios, y estos le responden que no. Entonces, el anciano les dice que no han volado lo bastante alto. Esta escena, que transcurre cerca de las colinas de Ngong, la cuenta Isak Dinesen en su novela autobiográfica ‘Memorias de África’, publicada por primera vez en 1937.

Karen Blixen (Rungsted, Dinamarca, 1885 - 1962), más conocida en el mundo literario por su seudónimo de Isak Dinesen, partió desde el Mar Báltico en diciembre de 1913, un viaje de once mil kilómetros en barco desde Copenhague hasta Mombasa, en una época del año con pocas horas de luz en esta ciudad nórdica, bajas temperaturas, y un clima nevoso. Unas semanas más tarde arribaría a la costa de Kenia, en el océano Índico, y de allí en tren hasta Nairobi, una ciudad hoy con una población superior a la de Berlín, pero que entonces no alcanzaba los veinte mil habitantes. El día en que Ernest Hemingway recibió el Premio Nobel de Literatura dijo que habría sido feliz si el premio hubiese recaído en Dinesen. Uno de los libros más famosos de la escritora danesa es su autobiografía sobre su estancia en África, y que cinco décadas después de su publicación fue adaptada al cine por el director Sydney Pollack, e interpretada magistralmente por Merylp Streep y el recientemente fallecido Robert Redford. La película, centrada en la relación romántica entre la baronesa Blixen y el cazador británico Denys Finch-Hatton, se distingue de la autobiografía novelada de Dinesen ‘Memorias de África’ -editorial DeBolsillo- en que esta se centra en la experiencia de la escritora en su plantación de café y su contacto con la población autóctona.

En aquel primer tercio del siglo XX hubo grandes viajeras como Amelia Earhart y su viaje de 1932 pilotando un avión para cruzar el océano Atlántico. En esta ocasión es Blixen quien viaja a África en 1913 para establecerse en Kenia. Gracias a las nuevas tecnologías como Google hoy podemos ver imágenes icónicas de África como el oasis del Guelta de Archei, en El Chad, o la enorme sombra de las jirafas vistas desde el aire, pero hasta el estreno de la adaptación cinematográfica de la obra de Isak Dinesen su experiencia en África solo podía imaginarse a través de la literatura, leyendo la obra de la escritora danesa que mostró al mundo su experiencia en Kenia con una sensibilidad extraordinaria para observar este país, y la belleza de su incomparable lenguaje literario. En la literatura hay comienzos de muchas novelas que se han convertido en míticos, desde El Quijote en un lugar de la Mancha, hasta Dinesen con su granja al pie de las colinas de Ngong, pero sobre todo en esta obra de la escritora danesa hay una pasión por su descubrimiento de África, sus paisajes y las culturas nativas.

A doce millas de Nairobi se encontraba su famosa granja con su plantación de café, que cuando llegó no había coches en el país, y para ir a la ciudad había que hacerlo cabalgando. A su granja fue a visitarla el viejo Knudsen, de cabellera blanquirroja, pero sobre todo Denys Finch-Hatton, para quien, entre sus largos safaris, la granja de Karen Blixen era su hogar en África. Uno de los rasgos de su carácter que más gustaban a ella, era cuando él aparecía por la granja y le preguntaba «¿tienes algún cuento?», a Denys Finch-Hatton le gustaba que Blixen le contase historias. Isak Dinesen describe África como un paisaje único, romántico, y heroico.

Entre la población nativa juega un papel destacado en la historia de Karen Blixen, Kamante, el niño kikuyu, pero sobre todo Farah, de origen somalí, y quien era su traductor de swaheli. Hay una anécdota con la población autóctona, cuando un jefe nativo le dice «cuidado con Siawa (...). No acampéis allí. Hay doscientos leones en Siawa». Un león intentó comerse uno de los bueyes de Blixen durante uno de sus viajes. Entonces, acamparon cerca de un campamento masai, y jóvenes vestidos de guerreros merodeaban alrededor de su tienda de campaña. En esos primeros años en Kenia estalló la Primera Guerra Mundial en una Europa lejana, pero con resonancias en los europeos que vivían en África.

«Mombassa parecía el paraíso pintado por un niño pequeño», así describe Isak Dinesen esta ciudad costera, con flores rojas de acacia y la brisa salobre del mar. En el puerto estaba anclado un carguero alemán. Y unas jirafas eran llevadas desde el África portuguesa a un zoológico en Hamburgo. Los pasajes de Dinesen escritos en ‘Memorias de África’ se distinguen de la literatura meramente de ficción por sus descripciones vívidas y por la pasión de un alma sensible con un mundo diferente al suyo donde nació. Sin caer en la idealización de Dinesen, es destacable el interés de la autora por la población local en un contexto todavía colonial. La descripción de los personajes y las escenas provocan una impresión honda por la perspectiva de África a través de los ojos de la escritora danesa. Isabel Allende decía en una entrevista que lo peor que le puede pasar a un escritor de viajes es que no le ocurra nada, pero a Dinesen le ocurrió todo, su estancia en África la convirtió en un personaje de la literatura.

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