­Minutos antes de que el cielo de Málaga tornara en un amanecer artificial en la noche gracias al castillo de fuegos artificiales y de que Edurne hiciera bailar a la playa de La Malagueta, Pablo López pregonó el inicio de la Feria, su Feria. Unas palabras sentidas. Un recital de poesía cantada y demostración de un malagueñismo feroz que encarnó su sentir hacia la ciudad. Un sentir de adopción proveniente de un fuengiroleño que recordó sus años de infante en los que pisaba por primera vez las calles del Real.

Los festejos quedaron inaugurados oficialmente con las palabras del músico. Miles de malagueños se arremolinaban en la arena de La Malagueta esperando oír las palabras del cantante. Poco antes de las doce de la noche subía al escenario acompañado por el alcalde de la ciudad, Francisco de la Torre, para pronunciar el discurso de inicio de las fiestas. Cuando llegó al escenario, sus fans enfervorecidas apenas le dejaban hablar, llevando al fuengiroleño a hacer gala de su proverbial timidez. Él es un hombre discreto y así se mostró anoche.

Hasta que el cantante tomó el micrófono había todavía expectación sobre cómo sería su pregón. Sólo se sabía que la música iba a ser uno de los puntos determinantes del mismo y no defraudó a ninguno de los malagueños que se congregaron en la playa para verle. Si le recibían con alabanzas, más alabanzas salían desde él sobre Málaga y sus ciudadanos. «Yo soy un loco que escapó, soy una calle frente al mar», son los dos primeros versos de la canción que el músico -que va a lanzar en pocas semanas su segundo disco, El mundo y los amantes inocentes, tras el éxito del debut, Once historias y un piano- ha compuesto en especial para el pregón que le encomendaron hace pocos días. Con esos versos empezaba su pregón.

En un ambiente jovial y animado invitó a todos los malagueños a sumarse a la fiesta, y sobre todo, a disfrutar. «Yo sólo soy un tío que hace canciones e intenta llevar a Málaga lo más lejos posible. He conseguido que en Madrid alguno bese la bandera del Málaga CF y sea devoto de la Virgen de la Victoria». Y «porque vuela el Carpena y Málaga sueña» no se olvidó de una de sus composiciones de más éxito, el himno del Club Baloncesto Málaga.

El cantante no dudó en agradecer a las dos únicas personas que hicieron posible que estuviera anoche sobre las tablas. «La Lola, mi madre, que era la que me daba permiso para venir a Málaga... Pero hay otra persona de la que no me quiero olvidar. Mi padre, que nos dejó hace un año y que si me viera me enviaría un whatsapp y me diría: Pero qué haces ahí mahara´», afirmaba el fuengiroleño con los ojos empañados en lágrimas.

Y ya al llegar la medianoche, puntuales, comenzaron los fuegos. Todo un espectáculo visual. Las ráfagas de colores ascendían por las hasta llegar a rozar el cielo. Más de 14.000 artefactos pirotécnicos de multitud de colores hacían explosión iluminando la bahía de Málaga. Visible desde Manilva hasta Nerja, desde Gibralfaro hasta Huelin. No sólo en la capital se congregó la gente para ver los fuegos. En los municipios anexos cientos de malagueños oteaban el cielo buscando algún rastro de color.

Para terminar la noche, Edurne puso el toque musical con un recital en que demostró que aunque no ganara Eurovisión tenemos Edurne para rato.