Querer o no querer. Poder o no poder. Son cuestiones trascendentales cuando se presencia una corrida con dificultades, no por brava y encastada, sino por mansa y deslucida. La disposición de los toreros en este panorama es fundamental para el devenir de la corrida, y ayer hubo un diestro capaz de jugarse los muslos por conseguir su sueño de consolidarse entre las figuras del toreo.

Alberto López Simón se proclamó triunfador del Certamen Internacional de Escuelas Taurinas de La Malagueta en 2009, y como premio regresaba con picadores al año siguiente. Desde entonces no aparecía su nombre en los carteles de nuestra capital, y lo hacía ahora con la vitola de torero revelación de la presente temporada tras haber salido a hombros de plazas como las de Madrid o Pamplona.

Ayer, en Málaga, el espada madrileño quiso y pudo. Lo que no tiene porqué significar cortar orejas y salir a hombros. Mostró plena disposición desde el ajustado primer quite por chicuelinas en el que participó, y para proseguir a la verónica en el de su turno. Pronto se constató que el animal se había orientado, poniendo en apuros a los banderilleros por el pitón derecho, y luego al matador también por el derecho. El toro de Fuente Ymbro, ganadería que ofreció un desilusionante juego en general, se revolvía constantemente. Sin embargo, tenía enfrente un torero valiente y decidido, dispuesto a jugársela de verdad. Cuando parecía que llegaban los frutos, se descubrió otra de las virtudes del animal. Además de manso era traicionero, dando arreones que en un instante estuvo a punto de llevárselo por delante. La respuesta fue la de cruzarse al pitón contrario y jugarse una cornada de los astifinos pitones que tenía enfrente. La faena tuvo mucha verdad y emoción, y la lástima es que pinchó antes de lograr una estocada caída. No obstante, la afición había visto la dimensión del torero y le premió con una clamorosa vuelta al ruedo.

La grata impresión había que ratificarla en el último, al que recibió con verónicas a pies juntas para enlazar con chicuelinas. Pese a que el astado no había hecho cosas buenas en los primeros tercios, yendo muy suelto, las espadas estaban en todo lo alto cuando tomaba la franela. Con la dimensión que este torero había dado en su primero, cualquier cosa podía pasar, y se hizo el silencio cuando plantó las zapatillas en la segunda raya de picar para se le pasó impertérrito por alto por los dos pitones. Otro regalito le había tocado a López Simón, quien volvió a hacer de la quietud y la colocación sus mejores armas en una faena más para aficionados que para el gran público. Enorme su mérito ante un toro con embestidas desconcertantes que nunca terminó de estar entregado y ante el que estuvo muy por encima hasta terminar con circulares invertidos junto a tablas y manoletinas. No tuvo material para cortar orejas en toda la tarde, pero en los toros afortunadamente aún no hay marcador y no siempre el que más trofeos pasea es el triunfador.

Abría cartel David Fandila El Fandi, que sí que cortaba la única oreja de la tarde al segundo de su lote, el fuenteymbro más encastado. El que hizo más honor a la fama de su ganadería. Tras estar variado con el capote, ofreció una buena dimensión con banderillas, en general cuarteando en la cara; aunque en el segundo par se pasó excesivamente de frenada. El burel tenía motor, y el granadino no le molestó desde el principio con un inicio de rodillas ligando la tanda en redondo. Parecía salir espoleado por el pundonor del joven que le había antecedido, mostrándose más dispuesto con un pase cambiado. El animal se fue viniendo arriba, y la faena en su conjunto fue vistosa para la galería, con la brusquedad como nota común. Le faltó fuelle al toro, huyendo a tablas en la recta final de su actuación. No obstante, le dio tiempo a volver a poner rodillas en tierra en unos molinetes. Sin duda, lo mejor fue la gran estocada, que hacía olvidar todos los defectos previos y decidía a la concesión del toreo.

Recibía al primero de la tarde con una larga cambiada para continuar con su repertorio capotero por chicuelinas; para hacer alarde de forma física en banderillas, sobre todo tras el tercer par cuando le apretó y no sólo fue capaz de aguantarle, sino que llegó a pararlo corriendo de espaldas. Luego fue un querer y no poder, al que se unió que el toro se lastimó una mano tras darle el diestro un latigazo en el primer muletazo. El burel requería que el lidiador se pusiera en el sitio, en ese que luego se puso López Simón, pero El Fandi no estaba dispuesto. Aliviándose siembre y fuera de cacho, el conjunto no pasó de bullicioso y bullanguero.

Castella

También había interés por contemplar el regreso de Sebastián Castella tras dos años de ausencia en La Malagueta tras su triunfo en la pasada Feria de San Isidro. En su caso tiene más que demostrado que puede, y otra cosa es querer. Tampoco apretó el acelerador con su primero, desrazado de salida y que llegó a la muleta brutito. Por un instante pareció que el de Fuente Ymbro se venía arriba, pero fue un espejismo. Se hizo el amo del ruedo, suelto, queriéndose ir, escarbando? Una prendita. El francés lo enseñó sin demasiado ímpetu, porque además era desagradecido al tener ese peligro sordo que es difícil de percatar. Fue el propio público el que le incitó a abreviar.

El material que precisaba le llegó en el quinto, un remiendo de Victoriano del Río con movilidad que había cogido, afortunadamente sin consecuencias, al banderillero Ricardo González. Tenía más casta que nobleza, y eso le hizo ser incómodo para el torero, que tras brindar al público realizaba su clásico inicio de faena dejándoselo llegar antes de darle dos pases cambiados por la espalda y dos por alto. Al principio tenía un molesto cabeceo, que fue corregido por un Castella que definitivamente le pudo. Ahí se le quitó la bravuconería, pero el conjunto perdió la línea ascendente que hasta entonces mantenía, por mucho que intentara acortar las distancias para pegarse un arrimón que el animal no consintió. El frío final de su presencia en Málaga vino motivado por su mal uso de los aceros, llegando a escuchar dos avisos.

@danielherrerach