El pasado sábado las luces del Real se iluminaron inaugurando las madrugadas de los miles de malagueños y turistas que disfrutan de la feria de Málaga. La jornada nocturna de esta semana grande siempre ha sido del Cortijo de Torres, pero año tras año son cada vez más aquellos que prefieren vivir la fiesta de día entre las casetas y solera del Real. La tradición, los volantes y los caballos se apoderaron ya ayer de cada rincón del recinto ferial. Es la otra cara de nuestra Semana Grande, la más tranquila y familiar, la más estética y colorida.

Las calles del Real se convirtieron ayer en un auténtico desfile de trajes de flamenca. Colores, volantes y tejidos dibujaban las curvas de las valientes que se atrevieron a lucir el clásico atuendo feriante, a pesar del fuerte sol que castigaba el Cortijo. Sin embargo, los principales protagonistas del día fueron, cómo no, los caballos.Y es que la tradición ecuestre se afianza cada vez más entre los platos fuertes de la fiesta. Tanto malagueños como turistas se quedaron boquiabiertos con la exhibición, sin embargo fueron los visitantes, un poco menos acostumbrados a este tipo de muestras quienes mostraban más entusiasmo. Los espectáculos ecuestres serán uno de los grandes reclamos del Real durante estos días, este año con dos espectáculos, uno a medio día y otro por la noche.

La tradición manda. Cada vez más. Son muchos los que, como María Torres, una feriante consultada por este periódico, opinan que «la Feria es feria de casetas y caballos». Pero a los que vienen de fuera como Patricia Gómez, una gaditana enamorada de la bipolaridad de nuestra fiesta, les sorprende los ambientes tan diferentes que ofrece la Feria de la ciudad: «Ayer estuve en el Centro y era como estar en un macroconcierto pero con abanicos de feria y hoy aquí es un ambiente más tradicional y lo de los caballos me ha encantado». Quizás la verdadera fórmula de la felicidad de la Feria de Málaga sea saber compaginar y disfrutar de sus dos caras.

@mariavvalverde