«Qué lástima que mi padre no pueda verlo, le habría encantado». Es la satisfacción que se siente cuando alguien de tu entorno tiene el honor de ser el pregonero de la feria de su ciudad. Desgraciadamente, el padre de Pablo Aranda no está entre nosotros para poder disfrutarlo, hecho que no es óbice para que sienta el aliento de sus familiares y demás personas allegadas. «Viendo el aluvión de felicitaciones que recibo de gente que comparte la alegría conmigo, voy dándome cuenta aún más de lo que esto significa».

Francisco de la Torre, alcalde de Málaga, propuso a este novelista la difícil misión. «Me comentó que quería hablar conmigo, sin tener yo la menor idea de su intención. Comenzó a hablarme de la Feria y, llegando al tema del pregón en sí, y me lo propuso. Me sentí muy sorprendido y halagado», confiesa Aranda. Afirma sentir «vértigo» ante la responsabilidad de dar inicio a la Feria de Málaga 2018, y es que «no es fácil pretender ser ligero, divertido y corto, sin llegar a ser gracioso, que es lo peor que hay, ir de gracioso». Todo ello sin manchar el ambiente festivo. «No es momento de ser crítico, toca divertirse. Intentaré no darle la fiesta a nadie», apunta.

Quitar expresiones, cambiar párrafos, leer y releer. Esos comportamientos se han manifestado durante los últimos días en Pablo, quien acepta: «He tardado en ponerme, pensar en otra cosa era un mecanismo de defensa contra los nervios».

Eso ya es pasado. El pescado ya está vendido, como se diría. Esta noche disfrutaremos del pregón de bienvenida a esta feria. «Apostaría por lo de siempre: una programación de calidad, que no renuncie a lo comercial y ni tampoco al arraigo», opina.

Dar ejemplo

La existencia de unas normas de conducta y velar por que se cumplan es imprescindible en este evento, es decir, «que todos podamos ir seguros». «Es fundamental dejar Málaga mejor de lo que nos hemos encontrado», afirma el escritor. «Somos nosotros los que podemos hacerla apetecible o todo lo contrario. Tenemos una responsabilidad con nosotros y con los que vienen detrás», matiza. Y una vía para mejorar una ciudad es, sin duda, la cultura. «Málaga es un referente cultural, a nivel nacional, en plenitud», considera. «Es algo que hay que seguir potenciando. La cultura genera dinero, y la prueba es que los turistas ya no buscan solo el sol y la playa; pero también nos hace más cívicos. Es una rueda que no hay que abandonar por nada del mundo», opina Aranda. En Málaga, esa rueda sigue girando, como giran las agujas de un reloj, esclavizadas por el tiempo. Implacable juez que dictamina que restan apenas unas horas para el comienzo de una nueva Feria.