«Bebe y dejar beber». O, si usted no bebe, «disfrute y deje disfrutar». Estos bien podrían ser dos modelos de comportamiento a seguir en esta Feria de Málaga.

La magnitud de la cita, su capacidad de atracción, no escapa del conocimiento de cualquier persona sensata, haya asistido alguna vez al mismo o no. Una ciudad de más de medio millón de habitantes, de clima envidiable, de carácter eminentemente turístico y que además celebra una de sus principales fiestas durante la época estival.

No hacen falta más datos para saber que la calle Larios y demás emplazamientos emblemáticos del centro de Málaga son testigos estos días de la desaparición de la rutina: música, bailes, vestidos de gitana, vasos de cerveza y vino que se alzan en busca de un sol que escuece. En definitiva, alegría y diversión rebosantes por el distrito centro de la capital malagueña, al igual que la afluencia de personas. Por todos es sabido que dos elementos como la masificación de público y la celebración pueden resultar explosivos para la probeta que durante estos días está siendo el núcleo malagueño. Suciedades, olores, comportamientos incívicos y mucho más son denunciados diariamente por los vecinos del Centro. Cedamos la palabra a personas que visitaron la fiesta del casco antiguo ayer.

José Antonio Barrionuevo, vecino malagueño, se muestra positivo: «En el pasado había mucha más gente, recuerdo, y, desde luego, mucho más descontrol», explica. «En cuestiones cívicas considero que hemos avanzado», opina Barrionuevo.

De forma parecida lo ven asistentes de diferentes lugares. Es el caso de Alberto García, gallego, que asevera que «la suciedad es una cuestión de educación, los mayores tenemos que enseñar a los pequeños en ese aspecto».

Es la primera vez que Alberto vive la cita, que no es nueva para Cristina Martín y Sergio Martínez, de Salamanca y Madrid, respectivamente.

Cristina acude a esta fiesta por quinta vez, mientras el madrileño cuenta por diez las ocasiones en las que ha disfrutado de ella. «Conozco la de Albacete, Jerez, Sevilla...y Málaga está en mi top 3. Es un ambiente alegre y divertido», señala Sergio. «El ambiente, el clima, la gente... Es todo excepcional. No son comparables Castilla y Andalucía», opina la salmantina. En cuanto a la salubridad, Cristina cree que «las calles están limpias a primera hora de la mañana y después, claro, se ensucian, pero es lo que implica una feria».

Todos coinciden en el prestigio de la Feria de Málaga, que, a buen seguro, se sitúa en el primer escalón de las fiestas andaluzas. «Esta es una feria de primera, no podría elegir entre las tres [en alusión a las de Sevila y Jerez]», nos cuenta Salvador de la Puerta.

Un segmento del público que abunda en esta festividad, uno de tantos, es el de los extranjeros. Giovanna Marino, italiana, al contrario que los demás, señala que no es algo que le llame especialmente la atención. «Venimos por la ciudad en sí, preferimos los museos y la gastronomía», explica. «Creo que es una fiesta un poco liosa y revuelta», opina.

La Feria es solo una, como también pueden ser miles. Disfrútela y vívala a su manera, pero siempre con civismo y respeto; para que los demás puedan escoger cualquiera de esas otras mil de formas.