Arrancó el abono de la Feria Taurina de Málaga 2018 con una corrida de Lagunajanda que suponía el primer asalto del Desafío Ganadero de este año. Por un día, la suerte de varas debía tener el protagonismo que nunca debió perder; siendo estimable por momentos el empeño de los matadores y las cuadrillas por lucir a los toros de Lagunajanda en el caballo. Conforme avanzaba la corrida daba la impresión de que se iba olvidando esa premisa…

La primera oreja de esta edición la paseaba el diestro pacense José Garrido del primero de su lote, un toro encastado al que lanceaba por delantales de salida, rematando con una media de rodillas. Siguió luciendo con el percal llevándolo al caballo con chicuelinas al paso, completando una actuación muy vistosa y elegante. Tras lucirse en dos estimables pares de banderillas su subalterno Antonio Chacón, que fue obligado a saludar, se fue el matador a brindar al respetable. Se plantó de rodillas en el centro del platillo, y se lo dejó venir de lejos para seguir ligando la serie sin levantarse. El burel tenía brío, y se presumía algo importante. El conjunto, sin embargo, pecó de demasiados altibajos. Ciertamente estuvo variado, aunque también falto de profundidad y ajuste en su toreo. Es innegable la estética de Garrido, pero dio la sensación de que había material para algo más. Apretó en las manoletinas finales y, unidas a una estocada completa, le sirvieron para que se le solicitara y concediera el trofeo. Siendo el único torero con premio en el esportón, afrontaba la lidia del sexto con el que nuevamente se afanó en agradar con el capote y al que quiso dejar lejos al caballo. Sin muchos visos de poder redondear la tarde, comenzaba su trasteo de muleta con una mano en la barrera para rematar la primera tarda con un trincherazo de regusto. Hizo sonar a la banda de Miraflores Gibraljaire en una faena periférica en la que tiró de oficio para solventar el incómodo cabeceo del toro pero que no alcanzó cotas mayores.

El capote de El Cid

Fue una tarde en la que se vieron pasajes interesantes con el capote, con un Manuel Jesús El Cid que mostró la imagen más clásica en el lanceo a la verónica a sus dos oponentes, con un remate elegante de la media como cierre a sus dos recibos. Tras cuatro años de ausencia, el diestro de Salteras retornaba a La Malagueta, una de las plazas que le hicieron ascender a la cumbre del toreo cuando su nombre estaba limitado a unas cuantas oportunidades cada temporada.

Enseguida se apreció que quien tuvo retuvo, y que el idilio interrumpido podía tener continuidad. Colaboró para ello el noblísimo primero, al que le faltó fuerza para poder empujar un tranco más. Tenía una clase innegable, pero tendía a defenderse con un ligero cabeceo. Pese a todo, el matador le plantó pronto la muleta para tirar de él en dos tandas en redondo que hicieron sonar la música. Por naturales también hubo gusto, al igual que faltó ajuste. Optó por dosificarlo, pero por eso de no exigirle le faltó emoción al conjunto.

Quiso brindar a José Luis Martín Lorca la faena a su segundo. Es de bien nacido ser agradecido, y el empresario fuengiroleño siempre ha sido uno de los más firmes defensores de su capacidad. Cuando ha conseguido quedarse junto a su yerno José Carlos Escribano con el control de Toros del Mediterráneo ha vuelto a contar con su presencia en la Feria de Málaga. El toro cornalón de Lagunajanda no era un colaborador para el triunfo. Parado y reservón, al menos le permitió realizar un esfuerzo para mostrar su ansia para retornar a las grandes ferias, aunque ayer no había material...

Ureña, sin opciones

No tuvo opciones Paco Ureña con el primero de su lote, un toro huidizo de salida que además se daba una costalada que pudo mermarle. Cumplió sin embargo en el caballo de Pedro Iturralde, que fue ovacionado tras colocarle dos puyazos. El animal llegaba a la muleta parado, con claros signos de falta de casta. Con media embestida, lo que se hiciera ante él no decía nada y además tenía un peligro sordo. No era un toro agradecido, y tras mostrarlo el propio público el pidió que abreviara para evitar posibles males mayores. Su segundo fue un corniveleto serio de cara al que supo verle sus virtudes al plantarle la franela al inicio de la faena para ir alargándole las embestidas con pases limpios y templados. Necesitó poco el toro para sentirse vencido y en cuanto veía la salida intentaba la espantada a tablas. Por un instante pensamos que podríamos disfrutar de la pureza del toreo del murciano, pero ni en la querencia puso nada de su parte el de Lagunajanda.

Habrá que aguardar al miércoles, cuando con la corrida de Santiago Domecq se complete el Desafío Ganadero de este año, para comprobar si esa competencia se puede apreciar en el ruedo de La Malagueta. Por el bien de la Fiesta, no estaría mal que todas las tardes, sin tener que poner alicientes añadidos, se diera valor a lo realmente importante: el toro.

@danielherrerach