­«Hemos pasado por ahí antes y nos empezaron a mirar todos los chicos de los bares, parecía que estábamos en un pase de modelos. Nos han dicho «¡Qué bonita Málaga!» y cosas de ese estilo. Es así, es como lo normal». Natalia Espósito, una joven que lleva dos años viniendo a la Feria, narra uno de los sucesos de acoso que, en su primer día, ya ha vivido con sus amigas. Sin embargo, este es tan solo uno de los miles de episodios que las mujeres tendrán que soportar durante estas fiestas. La respuesta aún suele ser la misma: el conformismo ante lo que se ve como algo que han de soportar para poder divertirse.

«La cultura de la violación está los 365 días del año, pero parece que se le guarda un espacio especial en ciertas fiestas y se permite mayor acoso callejero», opina Viki Hidalgo, miembro de la Coordinadora Contra Agresiones Sexistas, que tiene durante esta feria un ´Punto Violeta´ fijo en La Casa Invisible. «Cuando hay más aglomeración, como en la Feria, se intensifica», comenta Celia Simón, una joven malagueña que acude todos los años a la Feria. «Desde que empiezas a salir, siempre, a cualquier sitio que vayas, lo normal es que se te acerquen sin que tú quieras que lo hagan y que te empiecen a tocar y le tengas que dar un guantazo para que dejen de hacerlo», añade.

«Normalmente se suele decir que, por el consumo de alcohol, hay más agresiones, pero no es así. Eres machista siempre y el alcohol solo lo hace más evidente. Lo más habitual son los tocamientos, los comentarios y la invasión del espacio personal. Ya las mujeres estamos cada vez más mentalizadas y reconocemos eso como una agresión sexual», explica Elisa Mandillo, miembro de la Coordinadora Contra Agresiones Sexistas. «Los límites son personales, si te sientes agredida es una agresión», afirma su compañera Lucía Flores.

«Ayer íbamos caminando y nos pitaron dos coches. Es lo habitual, aquí y en todos los sitios, no solo porque sea la Feria», explica Lucía Ariza, una de las miles de chicas que acuden a la Feria del Centro estos días, quien también critica que se den situaciones que, a la inversa, nunca ocurrirían: «Si eres chica y le hablas bien a un chico, dan por hecho que quieres algo con ellos solo porque eres maja». Marta del Barrio es la primera vez que viene a la Feria, pero asegura que se tratan de cosas a las que ya está acostumbrada: «Yo creo que es la sociedad en sí, aquí no se comportan de forma diferente, es como cualquier otro fin de semana». Comenta que aun así, por ahora, en la Feria todo le va bien y está siendo una experiencia positiva. «He debido de tener suerte y nadie se ha extralimitado conmigo», concluye. El acoso se percibe como algo de lo que, con suerte, te libras.

«Esto es un parche, es ir a la consecuencia y no a la raíz de un problema», afirma Hidalgo. «Las instituciones no se pueden subir al carro y ponerse la medalla cuando la cosa pita en los medios de comunicación, esto es una apuesta que tienen que hacer para siempre y no solo en fiestas», denuncia Olmedo.

Es la otra visión de la Feria, que en esta semana se convierte, día y noche, en un escenario más para un continuo y ya familiar acoso, inherente a la fiesta, que deja como resultado que ni siquiera la elaboración de este reportaje haya estado libre del acoso fruto de la visión más machista de estas fiestas.