La Malagueta cada año se transforma por un día. La Corrida Picassiana se ha convertido ya en una seña de identidad de la Feria Taurina de Málaga, y las intervenciones realizadas por el artista francés Loren Pallatier, ya un malagueño más, le dan un plus de aliciente al espectáculo taurino. La propuesta de este año quizás no haya sido la más llamativa ni vistosa, aunque sin duda ha sido la más elegante.

Manos extraídas de grandes obras de la pintura clásica parecían mostrar el camino hacia la excelencia, como si estuvieran marcando el lance que debieran ejecutar los espadas, que hicieron guiños a la tarde, aunque en lo que respecta a los vestidos urge encontrar un modelo para distinguir estos trajes de los empleados en las corridas goyescas.

Sólo faltaba que los toros de la ganadería de Fuente Ymbro estuvieran a la altura de un gran acontecimiento y que los diestros se mostraran dispuestos. Sirvió la corrida en líneas generales, mostrando nobleza y en determinados momentos la casta que se le pide a los toros criados por Ricardo Gallardo. El punto negativo llegaba por su falta de fuerza, que en buena medida condicionó el desarrollo de un festejo entretenido que pudo haber alcanzado cotas superiores.

El primero del lote de Sebastián Castella no destacó por su calidad. Suelto de salida, requirió de un esfuerzo por parte de sus banderilleros José Chacón y Vicente Herrera, que fueron invitados a saludar. Quiso apostar por él el francés con un inicio de faena sentado en el estribo para sacarlo hasta el tercio por bajo. En realidad, era un toro que iba y venía, pero sin clase ni emoción. Faltando estos ingredientes, el matador tuvo que tirar de técnica para sacar algún pase suelto por cada pitón en un conjunto insípido por la condición del astado.

Mejor material tuvo en el quinto, un toro con calidad y ese picante que da realce a todo lo que se le haga. No por repetido deja de impresionar el inicio de faena en el que se plantó a pies juntos en el centro y sin enmendarse se lo pasaba en hasta tres ocasiones imperturbable por la espalda. Tras este comienzo explosivo, se sucedieron las tandas por los dos pitones sin la trascendencia esperada conforme a lo que tenía enfrente. Al hilo del pitón, no fue la colocación su mejor virtud. Sólo cuando acortó las distancias pareció mostrarse cómodo en un conjunto largo que fue diluyéndose cual azucarillo. Solo que acertara a colocar el estoque de forma habilidosa en lo alto del morrillo y que el animal rodara con celeridad hace entender que el generoso público sacara sus pañuelos y se concediera uno de los trofeos de perfil más bajo que se recuerdan en los últimos años en La Malagueta. No siempre lo mejor es lo que se premia en la fiesta de los toros?

Lo mejor lo hizo Miguel Ángel Perera. Él y su cuadrilla. Uno de los momentos más vibrantes de la corrida se vivía con el tercero de lidia ordinaria. Tras una salida en la que flojeó su oponente, se vivió un momento cumbre con la intervención de sus hombres de plata en banderillas. La buena lidia de Curro Javier fue acompañada de dos soberbios pares de Javier Ambel, ante los que no quiso ser menos el tercero Guillermo Barbero. Fue toda una exaltación a los subalternos que recibieron una clamorosa ovación de La Malagueta. El matador siguió la senda y aprovechó que el toro se había venido arriba, iba largo y con transmisión. Le exigió enormemente de inicio, bajándole la mano y alargando el trazo del muletazo hasta donde su brazo se lo permitía. Fue generoso con el astado, y es de valorar que dejara ver sus virtudes dejándoselo venir de lejos, mostrando una calidad enorme por el pitón derecho. Bajó por el izquierdo, pero lo que acusó fue la falta de fuerza.

La disposición mostrada anteriormente, y el juego que estaba dando la corrida, ponía las ilusiones por todo lo alto en el que cerraba plaza. Volvió a levantarse la plaza para ovacionar a la cuadrilla, con dos quites de exposición de Curro Javier. Torerísimo fue el inicio de faena con una rodilla en tierra y la mano izquierda encajada en la cintura; y poderío y empaque tuvieron las tandas que le siguieron en redondo. El temple se impuso al natural, pero a partir de ahí tuvo que realizar todo a favor del animal, que se apagó antes de tiempo. Si hubiera matado al primer intento, igual que en su primero no hubiera caído baja la espada, sí que habría paseado una oreja con fuerza, pero la petición en este último se quedó en el límite y el usía optó por guardarse el pañuelo.

Muy dispuesto estuvo con el capote Antonio Ferrera con el que abría plaza, torero y garboso llevándolo al caballo por delantales, aunque el topetazo que se pegó con el peto fue claramente acusado por el astado. Parte del público le solicitó que banderilleara, suerte que ha abandonado esta temporada, dejando todo a expensas de la faena de muleta. Lástima que le faltara un último tranco para perseguir el engaño hasta el final. Pese a todo, tras las probaturas iniciales sin demasiado ajuste, su administración de los recursos le llevó a adquirir una línea ascendente, bajándole cada vez más la mano y enroscándose con él hasta que el toro se sintió podido y solo colaboraba a favor de la querencia. Pese a la petición de oreja, la ejecución de la suerte suprema fue decisiva para su no concesión. Nuevamente lucido en el recibo con un capote con una mano impresa, brindó la muerte de su segundo a Finito de Córdoba, que vestido de calle saltaba al ruedo para recibir el ofrecimiento. Amorcillado de inicio, amenazando con echarse, Ferrera no quiso tirar la toalla y le fue encelando en la franela. Nuevamente sin apreturas, fue robándole las embestidas. Pero es complicado robarle a quien no tiene nada, por lo que el alargue careció de sentido.

Toros de Fuente Ymbro - 14 de agosto from Toros Malaga on Vimeo.