Es el primer rejoneador que indulta un toro en España, tiene el récord de salidas a hombros de Madrid, donde este año cortó un histórico rabo, y el de puertas grandes de un rejoneador en Sevilla. Son datos suficientes para hablar de Diego Ventura (Lisboa, 1982) como el número de uno del toreo a caballo. El rejoneador, que cumple dos décadas de su alternativa, actúa hoy en La Malagueta junto a Enrique Ponce y El Juli.

La temporada comenzó con cierta polémica por el veto en algunas plazas. ¿Qué valoración hace usted?

Por desgracia, no es una situación nueva ni solo de esta temporada, ya viene de largo. Hay plazas como Pamplona o Logroño, por ejemplo, donde no he debutado aún a pesar de que cumplo veinte años de alternativa y a pesar de mi trayectoria. Y hay otras como Bilbao, Valladolid, Salamanca, Jerez de la Frontera, en las que tampoco estoy desde hace varios años. Y aún peor, otras como Zaragoza, donde corté un rabo hace algunas temporadas, o Nimes, donde la última vez que toreé conseguí siete orejas y un rabo, de las que no me han vuelto a llamar. Como en Sevilla, la plaza de mi tierra, donde ni siquiera me llamaron este año. Es kafkiano e incomprensible. Y, sobre todo, injusto para el aficionado. Pero si el público se da cuenta, hablamos de plazas en manos de gestores determinados que no son precisamente pro Diego Ventura. Tendrán que explicar ellos por qué.

Cortó un rabo en Las Ventas, algo histórico. ¿Cómo lo recuerda?

Como un sueño cumplido. Fue una tarde increíble, desde que empezó y cómo empezó, con las dos orejas que le corté a mi primer toro después de una faena técnicamente perfecta. Eso me quitó mucha presión y todo lo que vino después fue disfrutar. La corrida sirvió, los caballos estuvieron cumbre y yo me aislé de todo y solo pensé en torear y en torear. Aquello fluyó con la naturalidad de los grandes momentos que están reservados para ti.

Ha sido, además, el primer rejoneador que indulta un toro en España, lo logró en Murcia en septiembre. ¿Cómo fue la faena?

Sí, es otro hito histórico en mi carrera, otra tarde imborrable. El toro se llama Perdido, de Los Espartales, y fue un gran toro. Igual que en Madrid, fue de esos momentos que no piensas que puede pasar. Sale el toro, te encuentras con él, vas viendo sus cualidades y cómo responden los caballos y a torear. Le hice cosas impensables que no había preparado nunca. Fluían, salían solas. Lo improvisé todo. Y mi caballo "Fino" estuvo inspiradísimo. Casi hice toda la faena con él y realizamos suertes que no tenía preparadas con él. Ver a una plaza entregarse así y que, de pronto, se pone a pedir algo tan infrecuente en los rejones como un indulto€ Lo pienso y aún me emociono.

También tiene el récord de salidas a hombros de un rejoneador de Madrid y Sevilla. ¿Se puede decir sin dudar que es el número uno del toreo a caballo?

En el caso de Madrid, de hecho, ya soy el torero, de a pie y a caballo, que más veces ha salido a hombros. Son datos que reflejan cómo es mi carrera y que lo más importante de ella ha pasado en las grandes plazas del toreo, en las que dan marchamo de grandeza a lo que hacemos los toreros. Tengo la suerte de ser muy querido y admirado en Sevilla y en Madrid. Son plazas que me imponen mucha responsabilidad por más que haya triunfado tanto en ellas. Siento que cada vez les debo más y, por tanto, también cada vez que voy les quiero dar más.

Esta temporada cumple 20 años de carrera. ¿Cómo cree que ha evolucionado su toreo en estos años? ¿Qué ha cambiado?

Ha cambiado por completo en todo salvo en su esencia, que es la ambición. Cuando aún no había conseguido nada, soñaba y trabajaba a destajo para conseguirlo todo. Ahora que ya tengo mucho más de lo que soñé nunca, sigo trabajando para conseguir todavía más y elevar el rejoneo a niveles que nunca haya conocido; por mi prurito como artista, pero sobre todo por corresponderle al público por tanto cariño y por haberme puesto donde me ha puesto a lo largo de estos 20 años. Al principio, como es lógico, lo que te marca todo es triunfar y triunfar, porque es la única manera de abrirte paso, y una vez que llegas quieres y que tienes los caballos quieres, te pausas y vas sacando ti no solo el rejoneo que llevas dentro, sino, todavía más, aquel con el que sueñas. En ese punto estoy, toreando cada vez más despacio, más puro y más a gusto, tratando de alcanzar límites desconocidos hasta ahora.

¿Cuántos caballos tiene? ¿Tiene alguno o algunos favoritos?

Con los que toreo de forma asidua, unos quince o veinte, son los consolidados, más los potros nuevos que se han ido sumando a la cuadra. No dejo de trabajar en la doma y puesta a punto de caballos jóvenes, es algo que me apasiona y que me motiva. ¿Y favoritos? ¡Claro que sí! Hay caballos como Nazarí, Fino, Lío, Dólar, Remate€ que lo son todo para mí y que están entre los mejores caballos de la historia. Y Sueño, que se está recuperando de una lesión. Y tantos más que ya son una realidad, como Lambrusco, Guadalquivir, Bronce, Importante, Universo€

¿Con cuántos caballos suele viajar? ¿La logística de los desplazamientos es muy complicada?

Lo habitual es que desplace una decena de caballos a cada plaza. Los desplazamientos, cuanto más largos, más pesan, claro. Pero sí es verdad que el camión está muy adaptado para ofrecerles a los animales toda la comodidad posible, y con ellos viaja mi equipo de mozos de cuadra, que son los mejores, que trabajan a diario con los caballos y que entre ellos hay ya un conocimiento y una sintonía que para mí es muy importante.

¿Cree que está en peligro la fiesta?

Hay un trabajo callado y ordenado desde hace años del movimiento antitaurino para ir minando progresivamente las zonas de España donde los toros tienen menos presencia. Lo hicieron en Cataluña y Galicia es ahora su objetivo. Ya acabaron con La Coruña aun cuando la gente seguía yendo a los toros allí; como en todas partes, iba a los carteles buenos. La clase política no ayuda y se alía en base a intereses que nada tienen que ver con los de la gente para ir contra la tauromaquia, cuando es la gente la que tiene que decidir si quiere toros o no.