Paz y silencio diurnos en contraposición al desmadre nocturno. Esa sensación es la que se vive en el Real de la Feria de Málaga durante la jornada matinal. Son momentos para los menos fiesteros. También para los valientes -pocos-, los que intentan aprovechar el día en el Recinto Ferial desde temprano después de abandonar una cama en la que han permanecido apenas unas horas.

Mientras la Feria de Centro se prepara para acoger a los fieles transeúntes de la cita, allá por el mediodía, la del Real cuenta con la visita de alguna pareja esporádica. Abunda más, eso sí, ese señor septuagenario que observa el panorama resguardado bajo su sombrero de paja. Corretean los niños por delante de sus padres. Destaca algún madrugador que ya se suma a la cerveza fría de las casetas, y, por encima de todo, los servicios de limpieza.

Las consecuencias de la noche anterior -alcohol que se derrama o los resultados de lo que deja el exceso de este- comienzan a diluirse con el paso de la maquinaria de los servicios de limpieza, trabajando para que, sobre las 16.00, el lugar esté en la mejor de sus condiciones para acoger al público que abandona la calle Larios y las plazas del Centro para trasladar la fiesta al Real.

Así lo ve Ángel Contreras, que acude con su familia a dicho emplazamiento. «Venimos ahora porque preferimos la tranquilidad, ya que, hasta por la tarde, la verdadera fiesta está en el Centro», nos cuenta este padre de familia. «Imaginamos que los jóvenes están durmiendo ahora», agrega riendo.

Lo que está claro es que no es momento para la juventud en el Real, salvo para el que busca la serenidad. Es el caso de Jesús Hurtado y su novia, Inma, que pasean tranquilamente entre las calles que forman las casetas. Afirman buscar otro tipo de ambiente: «Es el primer día que venimos al Real antes de que toque. Ayer no salimos y podemos permitírnoslo», explica Jesús. «Estos días atrás hemos estado en la Feria de Centro, pero nos apetecía cambiar hoy», añade.

Emilia Linares, por su parte, acude al Recinto Ferial con más amigas de mediana edad. Recorren el lugar decididas hacia una caseta concreta, una de las pocas en las que hay algo de afluencia.

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La Feria en el Real de Cortijo de Torres

Desde Casariche, municipio sevillano, llegan a la Feria malagueña a disfrutar de la música y la alegría. «Nosotras venimos de la Feria de Centro, en la calle Larios, porque queremos conocer este sitio, pero veo poca gente», señala Emilia. «Los jóvenes están hasta la madrugada aquí, entonces no los ves hasta la tarde o la noche», concluye.

A las puertas de la caseta «Los Ángeles de La Mancha», nos atiende Patricia, la relaciones públicas. Esta caseta puede estar orgullosa de aglomerar una óptima cantidad de clientes antes de las 13.00, a los que intenta seducir desde la lejanía con su música flamenca. Patricia, en las inmediaciones, hace el resto. «Cada año hay menos ambiente en el Real de la Feria en Málaga, sobre todo por la mañana», afirma, contundente. «Al mediodía se ve poquita gente. No es un público joven, además, más bien es familiar y de gente mayor», explica la relaciones públicas. Sabe de lo que habla, es tan fácil como rotunda una comparación entre el ambiente del Real durante la jornada matutina y entre la tarde. «Si te fijas, los caballos, por poner un ejemplo, llegan demasiado tarde; por tanto, el reclamo es insuficiente para que la gente llegue temprano. Creo que debería hacerse algo para que deje de ocurrir esto», considera Patricia.

Así transcurren las mañanas en el Real de la Feria, tramo de descanso y de recobrar fuerzas para afrontar, de nuevo, una noche intensa. Y que dé descanso a la del Centro.

Tercer día de Feria en el Real

Tercer día de Feria en el Real