El hambre llega a las calles del Centro entre los incesantes bailes y, para poder sobrellevar la fiesta, muchos optan por llenar sus estómagos en las casetas y puestos de esta Feria, que, eso sí, no se libran de las críticas gastronómicas de sus visitantes.

«Tenemos de todo: queso, jamón ibérico y productos típicos de aquí, como calamares, puntillitas y hasta paella», comenta el gerente de la caseta del Consejo Regulador de Denominaciones de Origen, José Rodríguez, que lleva desde el comienzo de Feria en la Plaza de la Constitución. «La paella tiene una aceptación increíble», explica. Sin embargo, el gusto de los que ya conocen esta Feria no es el mismo que el de los turistas que vienen a descubrirla: «Los malagueños prefieren cosas más típicas, como los montaditos malagueños, y los extranjeros buscan paella y croquetas», comenta.

Los visitantes que no cuentan con su propia cocina, hacen muchas de sus comidas durante estos días en las propias casetas y restaurantes del alrededor. «Es comida para salir del paso: de no muy buena calidad, poca cantidad y cara», comenta Eduardo Prado. «Todo son raciones de chopitos, calamares, chorizo frito... Todo frito», señala. «Tampoco nos ponemos muy delicados, vamos a por algo rápido y ya está, pero hoy tenemos pensado alejarnos un poco de esta zona para comer algo mejor y volver luego», comenta Carlos Sánchez. «Hay, sobre todo, comida basura. Echo de menos la comida tradicional malagueña y mediterránea», comenta Aída Esplugues, quien añade que, a pesar de ello, al final siempre acaban decidiéndose por el sitio «donde haya menos cola» para comer. «En todas las ferias ahora solo hay bocatas, hamburguesas y guarrerías... No se puede comer bien», comenta Rosana Pastor, que visita Málaga durante esta Feria. «El objetivo principal al venir aquí no es comer, pero ya que estamos la comida tendría que ser razonable, y no lo es: es cara y no muy buena. Pero como en todas las ferias», comenta Mario Camuñas. Una comida de batalla con la que todos aseguran que volverán a llenar sus estómagos el año que viene. Después de todo, hasta eso se ha convertido en tradición.