No siempre el que mejor torea es el que logra el triunfo. En esta feria que ayer concluía tenemos dos claros ejemplos: Diego Ventura y Saúl Jiménez Fortes, que ofrecieron el máximo nivel y que, por su fallo en la suerte suprema, se fueron sin una merecidísima puerta grande.

En el epílogo de rejones, todo estaba marcado por la actuación previa de Ventura en la corrida mixta del pasado jueves. Si el hispanoluso no hubiera pisado el albero de La Malagueta con su magistral cuadra, quizá el festejo de ayer podría medirse con diferente rasero.

Pero ya que Pablo Hermoso de Mendoza se niega a compartir cartel con él, tendremos que extraer el duelo de los dos máximos exponentes del escalafón al global del abono. Con ello, la superioridad de Ventura fue absoluta, casi abrumadora. Estadísticamente, puede que salgan empatados, pero esto del toreo se mide afortunadamente por emociones más que por matemáticas. Diego fue triunfador ayer sin estar ni siquiera en la plaza.

Una oreja paseaba el veterano rejoneador de Estella en el que abría plaza de una corrida de Fermín Bohórquez que, como es habitual, cumplió con las cabalgaduras. Son toros creados para este arte, y a éste de nombre Negativo lo enceló antes de clavar el primer rejón de castigo con el caballo Alquimista. Luego en banderillas sacó a Berlín y Janucá. El primero padeció como le tocaba la grupa en dos ocasiones en sendos arreones del burel y se lució cambiándole los terrenos con la cola y recordando en tablas. Mejoró algo la ejecución con el segundo equino, sobresaliendo las piruetas que dio en la cara que levantaron algo una faena vivida sin pasión. Le llegó mucho para matar con Hiato, con el que previamente había colocado tres cortas.

Sin alma fue su segunda actuación, en la que tras el rejón de salida erró en la primera banderilla. Las siguientes fueron más fáciles y cómodas con Extraño. No subió el nivel con Dalí, donde se empeñó en buscar un aplauso fácil que no siempre llegó, para estar desastroso al matar y cerrar su actuación más insulsa en muchos años en La Malagueta.

Dio la sensación de que Pablo estaba más atento a su hijo Guillermo, que se presentaba en esta plaza de primera, que de la obra que él le correspondía realizar. Con algunos de los caballos míticos de su padre, el nuevo Hermoso de Mendoza gustó en el primero de su lote mostrando desparpajo en la doma y gustando sus recortes por los adentros. Se agradeció su esfuerzo por clavar siempre al estribo y no aliviarse yéndose a la grupa. Impactó la valentía de Ícaro, que literalmente pegó su cabeza a la del toro en los momentos más emotivos de su actuación, a pesar de que el toro estaba ya emplazado. Quiso arriesgar con banderillas a dos manos en el epílogo con Pirata, aunque salió cruz, errando repetidamente con los aceros.

Con el que cerraba la feria, el todavía novillero volvió a mostrar que lleva aprendida la monta desde la cuna, aunque también que aún tiene mucho margen de mejora. Con el tiempo podrá mandar como lo ha hecho su padre. Tras estas correcto con Disparate, sacó nuevamente a Pirata para clavar a dos manos, esta vez con éxito. Perdió un posible trofeo por su bisoñez con el estoque de cruceta.

Gustó la francesa Lea Vicens, que paseaba una oreja del segundo de su lote. La elegancia de la monta de la amazona francesa agradó al público, que incluso solicitó generosamente un segundo premio que no procedía. Bien nuevamente la presidenta por mantener el nivel de la plaza y dar únicamente una oreja. Da la sensación de que con matar rápido, da igual cómo, hay motivo para sacar el pañuelo, y eso no es así. En su actuación se vivieron momentos de calidad, como las primeras banderillas que clavó con Gacela y posteriormente ejecutando la suerte de poder a poder a lomos de Diluvio. Ensució su labor con Gallato, clavando muy bajo, y se excedió en el castigo con irregulares rosas con Deseado.

Antes también mostró mejor doma que ejecución en el segundo de la tarde, sobre todo con Bético, un caballo que se transformó en muleta para ir cambiándole meritoriamente los terrenos con gran templanza. No siempre acertó a clavar en lo alto ni al primer intento, abundando pasadas en falso sobre todo en el epílogo para dejar tres rosas sobre Greco. No obstante, dio una vuelta al ruedo.

@danielherrerach