El torero malagueño Saúl Jiménez Fortes pinchó ayer en La Malagueta una faena importante, que además refleja a la perfección el momento actual en el que se encuentra. Ya no asusta, ahora emociona. De haber entrado la espada, se le habrían pedido con fuerza las dos orejas por una actuación seria y rotunda.

Saúl ha ganado en poso, evidentemente mantiene esa capacidad para pisar los terrenos, pero ahora sabe administrar sus cualidades para torear con un gusto exquisito. Así, nos deleitó con un elegante inicio capotero primero a la verónica, luego con tres chicuelinas ajustadas y finalmente una media de rodillas. Aún mejor fueron dos nuevas verónicas y una media en un quite; presentando candidatura al trofeo ´Vicente Zabala´ al mejor toreo de capote de este año. Por la noche, recibiría el del pasado año en un acto celebrado en el Real Club Mediterráneo a iniciativa de la familia Martín Serrano.

Con la muleta, tras brindar a su público, enseguida mostró que venía a por todas. Se le arrancó de inicio y tras solventarlo con un molinete se plantó de rodillas para ligar con mano baja y cerrar con dos de pecho ajustadísimos. Su enorme disposición a torear con verdad y pureza fue reconocida por la afición, lástima que el toro no ayudara más. El de Núñez del Cuvillo, ayudó lo justo y lo tuvo que poner todo el matador con momentos vibrantes como un pase cambiado por la espalda o un circular invertido que levantaron al personal. La Malagueta sufrió como suya la rabia por ver cómo pinchaba en hasta tres ocasiones antes de dejar media estocada.

En el último de una larga corrida, que se fue más allá de las dos horas y media, La Malagueta volvió a rugir con las verónicas de Fortes. Todo estaba a su favor para completar una tarde inolvidable. Las chicuelinas al paso con las que lo llevó al caballo no pudieron ser más lentas y con más gusto. Allí, el picador Antonio Muñoz le administró bien el castigo; aunque posteriormente en banderillas dio claros signos de mansedumbre. El animal, amoruchado y que rompía con el tipo del resto de la corrida, no se lo iba a poner fácil, pero el diestro está en el mejor momento de su carrera y le intentó siempre que pudo taparle la salida para sacarle muletazos sueltos de calidad por ambos pitones, cargados de temple, siempre a favor de la querencia del rajado Cuvillo, y con una solvencia absoluta. La estocada cayó bajísima, y ensució otra faena de categoría; dando otra vuelta al ruedo.

Si hay un torero en el escalafón que conoce más la dureza de la profesión de torero que Fortes, ese es Juan José Padilla. Ambos han estado en más de una ocasión en el filo de la navaja, y en el caso del jerezano se ha convertido en un ejemplo de sacrificio y superación. Sus evidentes secuelas físicas le han convertido en un icono, abundando banderas piratas en los tendidos. Con el público muy a su favor, en primer lugar acompañó a un astado bonacible que abría plaza, llevándolo siempre a media altura y mostrándose cómodo por ambos pitones, nunca cl non apreturas. Abundó en adornos por alto, recibiendo ovaciones por las manoletinas al paso y el final del trasteo de rodillas.

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Su fallo con los aceros le privó de tocar pelo en éste, no así en el segundo, donde paseó una oreja tras una faena bullanguera y populista de inicio a fin. Caldeó el ambiente con dos largas cambiadas de salida, para destacar sobre todo en banderillas, donde sí que ofreció un gran nivel. Luego, con un toro con mucho que torear, se limitó a contentar a la masa con rodillazos por doquier. Se limitó a acompañar las embestidas de un buen burel sin atosigarlo, sin cogerle el aire por el pitón izquierdo. Lo que más gustó fue el epílogo por los dos pitones a favor de la querencia y los alardes de valor demostrados. Incluso se le pidió con fuerza una segunda oreja no concedida por el palco, abucheado después de que el Pirata paseara por dos veces su oreja y su bandera de las dos tibias y la calavera. Tuvo el feo gesto de lanzarle un beso a Ana María Romero al marcharse de la plaza..

Si Padilla se llevó el mejor lote, lo contrario fue el de Alejandro Talavante. El segundo de la tarde, que no se empleó ya de salida, fue muy descastado y se le coló por el pitón izquierdo primero a Fortes en su quite y luego a su matador en el inicio de la faena. Con la cara suelta y dando derrotes, apostó por el que se supone que era el lado malo, y pese a sus intentos en ningún momento alzó el vuelo su labor. Destacó negativamente en el uso del estoque, pinchando en hasta siete ocasiones.

Su segundo tampoco hizo cosas buenas con el capote, y tras un buen puyazo de Manuel Cid y dos buenos pares del malagueño Juan José Trujillo, que fue obligado a saludar, se descubrió con brío en una primera tanda de derechazos. Menos clase demostró por el izquierdo, costándole mucho humillar. Muy mal nuevamente en la suerte suprema, se ganó la bronca tras pegar un sainete de otros siete pinchazos y cuatro descabellos. Faltó muy poco para que escuchara los tres avisos y se le pudiera haber echado el toro al corral.