Diego Ventura está a otro nivel que el resto del escalafón. Es el número uno con diferencia, y en Málaga lo ha vuelto a demostrar. Muy por encima de las circunstancias y de sus compañeros de cartel. Aunque numéricamente no demostrara su supremacía, artísticamente ratificó que suyo es el cetro, antaño compartido, y ahora en solitario. Él hizo el toreo, aunque Andrés Romero fuera el que cortara más orejas. Perdió con los aceros una salida por la Puerta Grande Manolo Segura que parecía asegurada, y como el año pasado, se fue a pie tras ser el triunfador.

Se tuvo que conformar con un trofeo del quinto de la tarde, un toro de Luis Terrón al que desarrolló una faena medida en el castigo y con el mérito de mantener en los medios a un burel tan manso como el resto de sus hermanos. Lo recibía de salida con Campina, para comenzar la ascensión a la gloria quebrando en la cara y ejecutando piruetas a lomos de Fino. Impactó citando a dos metros con una rodilla en tierra con 'Bronce', poniéndole los pechos del caballo y colocando el garapullo en todo lo alto. El acabose lo consiguió con Dólar, su caballo estrella, quitándole el cabezal y clavando con perfección un par que ponía a los tendidos en pie. Como decíamos, sólo el tener que usar el descabello le privó de salir en volandas.

Antes, en su primero, ya marcó diferencias. Con Nazarí dio una lección de colocar las banderillas al estribo, encelándolo con dulzura a dos pistas. Por momentos, su larga cola se convirtió en un capote con el que le fue cambiando los terrenos. Lástima que el toro no le ayudara, pese a los que supo aprovechar su querencia a tablas para quebrar con Lío con un meritorio final con las cortas con Remate. Tampoco fue su mejor final con los aceros.

Una más una

Antes, la primera oreja de la Feria de Málaga 2019 fue para Andrés Romero. Su mérito, fundamentalmente, cazar un certero rejón de muerte que hizo su efecto fulminante. Con un ambiente festivo, el que primero tocó pelo fue el que, a priori, menos méritos había hecho. El onubense, que había brindado su actuación al subalterno malagueño Francisco Moreno, habitual como auxiliador en su cuadrilla, se encontraba con un toro de Luis Terrón al que recibía a lomos de Monte; antes de comenzar a clavar banderillas con Caimán. No hubo excelencia en los encuentros, y quiso tirar de espectacularidad con Guajiro. Clavó al quiebro y repitió en dos ocasiones las piruetas en la cara para caldear el ambiente, aunque le tocaba con los pitones la cabalgadura en ambas ocasiones. Cerraba con Chamán con las cortas, dejando el rejón de muerte en dos tiempos, ya que persistió en su intento después de haber pinchado. Este poco ortodoxo recurso llevó aparejada una muerte rápida, y el primer trofeo del ciclo ferial.

Quiso escarbar más trofeos en el último, al que recibía con Hidalgo antes de comenzar con las banderillas con Fuente Rey. Bullidor ante el toro más potable del encierro, fundamentó en este equino una labor que no despertó pasiones. Solo sus alardes de cara a la galería, vueltas al ruedo por su cuenta pidiendo los aplausos, consiguieron su objetivo más allá del toreo fundamental, que a caballo también se puede alcanzar como sobradamente se demostró en este mismo festejo. Repitió con Guajiro y Chamán, creciendo en espectacularidad y cazando otro rejonazo trasero que le permitía cortar otra oreja, saliendo a pie por la obligatoriedad de cortar dos en un mismo toro al ser una plaza de primera categoría. Incluso se le pidió un segundo trofeo que habría sido excesivo en grado máximo. La lección que podemos extraer de esta tarde es que, cuando se habla de arte (y la tauromaquia lo es), no sirven las matemáticas. En esta ocasión, uno fue mucho más que dos.

Abría el cartel Sergio Galán, a quien le correspondieron dos toros de poco empuje con el hierro de Luis Terrón. Estos murubes no fueron los más propicios para el triunfo, aportando poco al lucimiento de los lidiadores. En su caso, tiraba de recursos para caldear el ambiente con Embroque lanzando el sombrero tras la primera banderilla, y poco a poco iba encelando al animal, cambiándole los terrenos con la grupa. Ciertamente, la faena creció notablemente, dentro siempre de la sobriedad que caracteriza a este rejoneador. Con Titán, por su parte, ganaba en espectacularidad con piruetas en la cara del toro, clavando siempre arriba. El burel fue levantado por el puntillero, demorándose su labor hasta llegar a escuchar un aviso.

No remontó la tarde para él en el cuarto, otro toro desentendido que fue protestado de salida. No se le puede poner peros a la ejecución de las suertes con Ojeda, con el que empezó a clavar banderillas tras el recibo con Alcotán. Estuvo correcto en la colocación, tanto en el embroque como al clavar arriba; aunque el conjunto no tenía continuidad ninguna. Siguió sin poder levantar pasiones con Bambino, destacando como la mejor ejecución un par a dos manos. El poco empuje de su oponente pasó una factura insalvable a pesar de su interés por agradar en todo momento, hasta el final con una rosa antes de ejecutar al segundo intento la muerte suprema con Óleo.