Nuevamente con gran entrada en los tendidos, el XIV Certamen Internacional de Escuelas Taurinas sigue enganchando. La disposición sin límite de los participantes esa sinónimo de espectáculo, y si además hay delante unos animales con calidad, las garantías de éxito se multiplican.

Si la primera novillada fue buena, esta segunda lo fue aún mejor. Una ganadería de campanillas como es Jandilla traía a Málaga un encierro de bonitas hechuras, una corridita de toros, que desarrolló casta durante la lidia. En frente, hay que destacar la competencia de todos los aspirantes, que rivalizaron en quites cada vez que llegó su oportunidad. Cada uno con sus armas, nos hicieron vivir otra tarde para hacer afición, que es de lo que se trata en estas clases prácticas organizadas por la Escuela Taurina de la Diputación.

Uno de sus alumnos, Rafael León, fue el autor de la gran tarde del festejo. Para quien no lo sepa, Málaga tiene un novillero para el futuro; que maneja el capote con las manos bajas y templa a los toros con delicadeza. Con un buen eral delante, de esos que pueden descubrir a un mal torero, mostró que ha crecido desde que daba sus primeros pasos en este mundo. Muy torero fue el inicio de su faena, brindado a un familiar directo como es el gran Juan José Trujillo, con una rodilla en tierra para pasárselo por alto por los dos pitones. Siempre templado y rematando arriba con el de pecho, estuvo sensacional, con mucha torería. Pulseando cada embestida, mantuvo el nivel al natural en una faena llena de clasicismo, sin salirse ni un ápice de lo que el la pureza del toreo. La estocada cayó arriba y el presidente sacaba al mismo tiempo los dos pañuelos que le otorgaban las dos orejas, la puerta grande, y un casi seguro pase a la gran final del domingo.

Verónica

Abría cartel Jesús Moreno, alumno de la escuela de Castellón que se estiraba a la verónica en el recibo capotero y comenzaba la faena por alto tras brindar al público. Se trata de un torero espigado que desarrolló un trasteo largo, variado y voluntarioso ante un novillo encastado y repetidor que marcaba la línea del buen juego ganadero. Tras estoquear defectuosamente, dio una vuelta al ruedo.

El primero que tocaba pelo en la tarde era el alumno de la escuela de Castellón Marcos Andreu. El valeroso novillero levantino se queda quieto, es su mayor virtud. A partir de ahí habrá que trabajar otros aspectos para que el conjunto resulte más templado. Cierto es que el ansia del animal por coger el engaño a veces llegaba a atosigar, cerrando su actuación rodillas en tierra y con desplantes antes de pasear una oreja, pedida a pesar de que la estocada fue muy defectuosa.

Tras el efecto León, el concurso se retomaba con la participación de Eric Olivera, alumno portugués de la escuela de Badajoz. Con un burel también estupendo, con algo de genio y al que había que llevar muy toreado, logró meter en el engaño para componer la figura en un trasteo estético. Pasó un calvario para matar.

Participante

Desde Almería llegaba Víctor Acebo, el último participante de la tarde. Se confirmó que embistieron cinco de cinco de Jandilla, algo tan poco habitual como extraordinario. Muy solvente, quiso estar animoso metiéndose entre los pitones cuanto el animal terminó por pararse.

Precioso fue el epílogo con esa salida por la Puerta Grande Manolo Segura, con un Rafael León triunfador rodeado de jóvenes como él que le ven ya como un ídolo, y le mostraban su admiración a pesar de ser aún un novillero sin picadores con un larguísimo camino por recorrer.