Tres toreros que habían brillado a un buen nivel en la recién concluida Feria de Málaga volvían a hacer el paseíllo en la provincia, en este caso en la tradicional Corrida Goyesca que cada año celebra la ciudad de Antequera con motivo de su Real Feria de Agosto. Morante de la Puebla, José María Manzanares y David de Miranda se medían a un encierro de Juan Pedro Domecq bien presentado, pero de pobre juego. Muchas veces, siguiendo la temporada de cada torero, se entiende el momento en el que llegan a una corrida en concreto. Era fácil predecir que tanto Manzanares como De Miranda se encuentran en un estado de gracia; el alicantino reverdeciendo laureles y el onubense en la que está siendo la campaña de su vida. De Morante, como genio que es, resulta más complicado adivinar lo que van a dictar las musas cuando hace el paseíllo.

Nos estamos acostumbrando a que Morante se inhiba de la lidia del primero de su lote. Ayer volvía a suceder, y dice muy poco de su compromiso con los públicos que pagan precios elevados por las entradas. Al que abría plaza no quiso ni verlo desde la salida, teniendo que ser lidiado por su cuadrilla. Un solo capotazo le dio… Con la muleta, más de lo mismo. Tras haberle dado candela en el caballo, el animal se descubrió como manso en la franela, echando la cara arriba pero sin querer comerse a nadie. Abrevió entre las protestas de una afición que esta vez no fue respetada.

En el otro, como tantas otras veces, lo vio de otra manera. Salió dispuesto con el percal para estirarse a la verónica y proseguir con chicuelinas y la media de remate. Un molinete y una trincherilla fue el comienzo de una labor de empaque. Sacando el pecho en cada muletazo que le dio a un toro que destacó por su nobleza, el conjunto estuvo cargado de personalidad y gracia torera. Pudo haber tocado pelo de haber estado más certero con los aceros.

José María Manzanares mostraba su prestancia con el capote en el recibo del segundo, otro juampedro con poca fuerza al que no obligó de inicio y le supo dar sus tiempos entre las series para que se repusiera. Pronto llegaron pasajes con gusto, aunque las embestidas cada vez eran más cortas. Con honestidad, persistió haciéndole las cosas muy bien hasta conseguir la tanda más ligada aprovechando la querencia a tablas. Tras dejar media estocada en buen sitio, paseó una oreja.

Fue al natural donde lució más al quinto de la tarde, un toro con la misma poca casta que el resto del encierro pero con una nobleza destacable. Manejable, Manzanares muleteó con temple pero con poco ajuste. Cumplió el expediente, pero esta vez no pudimos gozar de una gran obra. Lo que sí que valió la pena fue la estocada. Un estoconazo. Un volapié en lo alto que cumplió su misión y fue determinante para la concesión de un nuevo trofeo y, por consiguiente, la apertura de la puerta grande antequerana.

En el caso de David de Miranda, su único mérito inicialmente para estar en el cartel podría parecer que era apoderado por el empresario de esta plaza, Jorge Buendía. Lo que son las cosas, el torero desconocido en el mes de mayo, cuando se presentaba el abono de la temporada, abría días después la puerta grande de Madrid y desde ahí ha estado imparable tarde tras tarde. En La Malagueta fuimos testigo hace pocos días. En este caso volvió a ofrecer verónicas muy abrochadas de inicio, y plantaba las zapatillas en el comienzo de una faena brindada al público, lanceándolo por ambos pitones por ayudados por alto. Se lo dejó venir de largo y aprovechó la boyantía inicial del animal, que pronto se vino a menos y tuvo que terminar con bernardinas que llevaron a ponerse en pie al público que le solicitó una oreja.

Con la necesidad de sumar al menos un trofeo más, la presión estaba en el torero de Huelva cuando salía el último de la tarde. Desconcertó de salida por frenarse en el capote. Era manso. Sin más. No había motivo alguno, con el reglamento en la mano, para su devolución como se hizo para favorecer el espectáculo. Salió de sobrero un jabonero con cuajo pero cogido con alfileres en cuanto a fuerza como a casta, y al que quitó por tafalleras tras entrar al caballo. Sin obligarle, le fue acompañando con la mano alta en un trasteo de valor y quietud extrema que terminó con el animal absolutamente aplomado que no servía ni para pegarse un arrimón. Tras un cierre con manoletinas, se tiró con determinación para dejar la estocada en todo lo alta y cumplir con su propósito de salir en volandas hacia la Puerta de Estepa con las dos orejas de este toro en sus manos.

El Certamen de Escuelas ya tiene finalistas

Concluyó la primera fase del XIV Certamen Internacional de Escuelas Taurinas de La Malagueta con una tercera semifinal que adelantaba su horario para no coincidir con el fútbol, y que no obstante volvió a tener una buena entrada de público. Con erales de Santiago Domecq, participaban los alumnos de la Escuela de la Diputación Fran Jerez y Julio Alguiar, que fueron ovacionados. El único que cortó una oreja fue Duarte Silva, de la escuela portuguesa de Villafranca de Xira. A la conclusión del espectáculo se reunía el jurado para determinar que los participantes que debían pasar a la final de este domingo a partir de las 19.30 horas eran Jesús Romero, de Guadalajara; el malagueño Rafael León y Jesús García, de la Escuela de la Fundación El Juli de Arganda. Uno de los tres conseguirá el premio de estar anunciado el próximo año en la novillada picada de la Feria de Málaga. El festejo será retransmitido en directo por 101 TV.