Con un pavimento húmedo debido a la lluvia caída durante la noche e incluso con algunas gotas minutos antes de que comenzara el encierro, y con dificultades de los agentes de la Policía Municipal para contener a los corredores, el séptimo encierro ha contado con la presencia de los de Miura, ya clásica en los domingos sanfermineros debido a su tradicional nobleza.

La carrera, que casi ha sumado los 3 minutos de duración, ha partido de los corrales de Santo Domingo con puntualidad y, a diferencia de días anteriores, con los toros en cabeza pocos metros después de arrancar, lo que ha imprimido velocidad y ha propiciado el lucimiento de los mozos desde el primer tramo de los 850 metros de trazado.

Con la torada abriendo el grupo, los tramos de la plaza consistorial y de la calle Mercaderes han transcurrido de forma veloz, aunque con algunas caídas de mozos por la multitud.

Al llegar a la curva que enlaza con la Estafeta, dada su velocidad, los toros han chocado contra el vallado y han atrapado contra la pared a un mozo que había girado por la izquierda, sin llegar a hacer por él.

La manada, estirada pero compacta, ha enfilado esta calle abriéndose paso entre la multitud pero de forma noble sin arremeter ni buscar a los corredores y, aunque a mitad del tramo dos toros se han caído tras resbalar, se han puesto rápidamente de pie y su ligero retraso respecto a sus hermanos ha propiciado huecos que los mozos han aprovechado para ponerse ante sus astas.

Las numerosas caídas de los corredores y los resbalones de los toros han variado continuamente la disposición del grupo, pero sin llegar a disgregarse del todo ni a generar excesivos problemas, una situación con la que se ha llegado a Telefónica, tramo donde se ha podido ver entre los mozos al torero Juan José Padilla y al político Adolfo Suárez Illana.

Así, con varios mozos pisoteados y algún montón de corredores que los toros han tenido que saltar para poder continuar su camino, la manada ha entrado escalonada en el callejón de la plaza precedida de carreras muy apretadas, e incluso de trompicones, que han motivado la formación de un pequeño montón a la izquierda.

En estos últimos momentos, dos de los morlacos se han dirigido directamente a los chiqueros, mientras que sus cuatro hermanos se han entretenido en, el anillo, hasta que los dobladores han hecho su trabajo y los han conducido hasta los corrales.