Es raro encontrar hoy en día a un solo usuario de internet que no tenga presencia en alguna de las innumerables redes sociales de la red. La autonomía, el poder de participación y la sensación de estar implicado plenamente en los contenidos parecen ser los principales recursos de estas herramientas a la hora de captar adeptos. Así, Facebook, MySpace, Flickr o Twitter son nombres ya conocidos por cualquier internauta y alicientes para que los no ´puntocomizados´ deseen saltar a la autopista virtual. Y no paran en verano: cada vez más jóvenes, y no tanto, dedican la mayor parte de su tiempo de ocio a la comunicación personal no física.

Básicamente, una red social es un servicio basado en Internet que permite a los individuos construir un perfil público o semi-público dentro de un sistema delimitado, poseer una lista de otros usuarios con los que comparten una conexión de cualquier tipo, y la capacidad de ver y recorrer su lista de las vinculaciones y de las hechas por otros dentro del sistema. Las conexiones entre esos usuarios abarcan todo tipo de intercambios, desde los financieros hasta los sexuales y se benefician del grado de intimidad casi siempre aparejado la soledad frente a la pantalla del ordenador. O del móvil, porque en verano este tipo de redes promueven su disfrute a través del teléfono móvil como alternativa al más ´engorroso´ ordenador.

Un estudio reciente ha demostrado que la mayoría de los jóvenes (un 83%) en España utiliza al menos una red social, y casi la mitad las usa diariamente. El 25% está registrado en más de una red social, aunque sólo el 14% publica sus videos, frente al 82% que publica fotos.

Psicólogos. Incluso la mayoría de psicólogos apuestan por las redes sociales, ya que sostienen que les permiten a los jóvenes tener su propio espacio particular en internet a su gusto; eso sí, hay peligros: muchos terminan obsesionados por subir su popularidad y el elemento gráfico, las fotos de los perfiles, quizás sobrepotencia una cierta vanidad en los adolescentes y post-adolescentes. Pero, como en todo en la vida, el equilibrio en la comunicación real y la virtual arrojará los mejores resultados.