Embarazada y con la simpatía que la caracteriza, llegó la sevillana Paz Vega al certamen malagueño. La actriz internacional fue la encargada de entregar el Premio Ricardo Franco al granadino Gregorio Ros, que con más de veinte años de trabajo a sus espaldas ha embellecido las caras de la misma Vega o de guapas actrices como Penélope Cruz o Maribel Verdú.

Emocionado, el veterano maquillador se mostró honrado de recibir el premio de un Festival del que ha formado parte en los últimos años. El galardón entregado a Gregorio Ros supone un nuevo camino en el que se premia la valía de profesiones de la industria que hasta ahora han sido injustamente ninguneadas

Maquillaje sin máscaras. "Creo que la profesión de maquillador está cada vez más valorada. Es un trabajo básico, ya que no hay película sin que haya maquillador", aseguró. Y es que su buen hacer ha influído en el resultado final de películas imprescindibles como la almodovariana ´Mujeres al borde de un ataque de nervios´ o ´La niña de tus ojos´, de Fernando Trueba. A pesar de la variedad de géneros que ha tocado, Ros sabe cuál es el que siempre evitará: "Soy muy poco diestro en la caracterización de animales o en las películas gore, ya que nunca me he especializado en ello".

El trabajo de maquillador supone, para este veterano experto, el embellecimiento de la persona, huyendo de la máscara que quita naturalidad al intérprete y le condiciona, a veces, inadecuadamente.

Muchos son los directores que han requerido sus servicios, pero cada uno de ellos pide cosas muy diferentes. Y es que Gregorio sabe si saldrá del rodaje con una ciática o no según el nombre del director que le caiga en suerte: "A veces tienes que mantener el raccord visual durante ocho semanas y eso es tremendo. No me extraña que las personas que participan en una filmación salgan agotadas".

Sus inicios en la profesión fueron de los más inspiradores y él mismo los achaca al destino. Desde siempre, su madre usaba maquillaje para cubrir una cara ajada resultado de una enfermedad. Fue él mismo el que la embelleció en innumerables ocasiones. Después vinieron las amigas, que no dudaban en consultarle antes de salir a cualquier fiesta. Y de ahí a engalanar el rostro de Penélope Cruz.