Para el "viejo rockero", este doble álbum es "un premio", entre otras cosas porque muestra que se ha ganado el cariño de sus compañeros a lo largo de una carrera que inició en los sesenta, en plena dictadura franquista, y que, según ha anunciado, llegará a su fin tras una gira de dos años que emprenderá este verano.

"He trabajado para que la gente me quisiera. Los primeros que quería que me quisieran eran mis compañeros", ha comentado Miguel Ríos al aparecer hoy por sorpresa en la presentación de este homenaje.

Lo ha hecho no sólo para agradecer "el prodigio de acercamientos" a sus canciones que sus compañeros han realizado "con respeto y atrevimiento", y con "una calidad increíble", sino para defender el futuro de un oficio, el suyo, "bellísimo" y que es "un referente de todos los seres humanos".

Un oficio que "ahora no estaría tan golpeado" y podría defenderse mejor de "la encrucijada terrible" que vive, si los músicos hubieran estado más unidos haciendo "ejercicios de reconocimiento mutuo".

De haber sido así, ahora los músicos tendrían "una respuesta para que este oficio no perdiera la carga de importancia que tenía como arte en la sociedad", según ha apuntado Miguel Ríos, para quien "hay una llama que nunca se apagará que es la creación, una fuerza irrefrenable y un deseo imparable de contar nuestras emociones", algo que "nos salvará".

Y es que, a sus 65 años, Miguel Ríos es un protagonista de primer nivel del nacimiento de la historia del rock en español, pues ya en 1969 conseguía hitos como vender siete millones de copias en todo el mundo de su "Himno a la alegría".

"Cuando estábamos en pañales musicalmente, él era un maestro con una superbanda, era un dios, alguien a quien copiar", recordaba hoy Álvaro Urquijo, de Los Secretos, mientras Loquillo comentaba que Miguel Ríos "fue el primero en hacer una gira como Dios manda" y el primero en llevar a un concierto en España un rayo láser.

Eran unos tiempos en los que el país aún no estaba preparado para ello y en los que a Miguel Ríos le tocó abrir camino en las cosas más básicas: "un día tocaba en una plaza de toros en la Costa Brava que no tenía ni servicio. Le entró 'un apretón' y le pidió al empresario un cubo. Después, le volvió a llamar para que se lo llevara", ha contado Víctor Manuel.

Tanto él como el resto de los artistas han elegido la canción de Miguel Ríos que querían interpretar en este homenaje.

Así M Clan canta "Santa Lucía", Pereza "Rocanrol bumerang", Loquillo "Yo solo soy un hombre", Bunbury "Un caballo llamado muerte", Amaral "Al sur de Granada", Rosendo "El sonido de la ciudad", Joaquín Sabina "Raquel es un burdel", Celtas Cortos "Año 2000", Los Secretos "El blues del autobús" y Serrat "El río", dentro de una lista de artistas que se completa con Rebeca Jiménez, Revólver, Quique González, Mikel Erentxun o Ivan Ferreiro, entre otros.

"Seguro que cada uno de los que hemos participado hemos pensado en hacer una versión mejor. Pero ninguno hemos mejorado el original porque es tan bueno que es imposible", ha asegurado Ana Belén, mientras Rubén Pozo, de Pereza, ha mostrado sus dudas sobre la retirada de Miguel Ríos, quien el 12 de mayo aseguró que a partir de su gira de despedida sólo actuará en conciertos benéficos para "los sin voz".

"Dentro de tres años tendremos que hacer la segunda parte" de este homenaje para un Miguel Ríos, que aún ahora, sigue considerándose "un eterno aprendiz".