Aunque parezca paradójico, mientras toda la cultura de nuestro país sufre de manera incisiva los efectos de la crisis, Málaga se vistió ayer de gala para celebrar la apertura de un nuevo espacio escénico: el Teatro Echegaray. A las puertas del antiguo cine se agolparon anoche numerosas personalidades de la cultura y la política para dar la bienvenida al renovado edificio, que inicia su segunda vida convertido en un multidisciplinar y moderno teatro de trescientas localidades.

El alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, casi la totalidad de la corporación municipal, con el delegado de Cultura, Miguel Briones a la cabeza; la gerente del Teatro Cervantes, Charo Ema Bastardín; el director del Centro de Arte Contemporáneo, Fernando Francés; la rectora de la Universidad, Adelaida de la Calle; el delegado provincial de Cultura de la Junta, Manuel Jesús García; la diputada de Cultura, Susana Radío; el hermano de Antonio Banderas, Javier Banderas, e incluso el siempre simpático Mocito Feliz, que aunque no tenía invitación quiso ser testigo del evento, entre otros, se dieron cita para vivir la inauguración del nuevo Echegaray, donde se celebró una entretenida gala cuyo argumento, hilvanado por las tres actrices del grupo teatral Caramala, fue el recuerdo de la historia del antiguo cine inaugurado en 1932.

La velada comenzó cuando De la Torre y Borja Peñalosa, hijo del fallecido arquitecto Francisco Peñalosa, gran artífice de la recuperación del edificio, descubrieron al unísono la placa que deja constancia del día en la que el teatro, en cuyos trabajos también participaron los arquitectos Salvador Moreno Peralta y César Olano Gurriarán, abría sus puertas.

"Es un día importante para Málaga y la cultura", señaló De la Torre, que tuvo que escuchar cómo las chicas de Caramala, que encarnaban a un trío de camareras, relataban con sarcasmo el deterioro por el que pasó el edificio antes de ser recuperado. "Es que esto era un cine lleno de mugre y ´expoliao perdío". Las risas, algunas más incómodas que otras, dieron paso a la presentadora, la actriz Fiorella Faltoyano. "En Málaga inicié mi carrera como actriz y por eso me siento muy honrada de poder estar presente en la inauguración de este teatro", apuntó.

La música clásica del octeto de la Orquesta Filarmónica de Málaga Conjunto Música Viva, el tango interpretado por Rea Danza, y las canciones de Javier Ojeda vinieron a demostrar que todo tipo de espectáculos caben en el Teatro Echegaray, cuyas obras para convertirse en lo que hoy es se iniciaron en abril de 2006 con el vaciado de todos los elementos de su interior.

Durante la inspección arqueológica se encontraron con piletas romanas en el subsuelo, lo que obligó a modificar el proyecto inicial, en el que se había incluido la utilización del sótano para instalar camerinos y zona de almacenamiento. La poca estabilidad de los terrenos también hizo que la nueva cimentación se convirtiese en un auténtico quebradero de cabeza.

Pero el tesón y empeño de Francisco Peñalosa hicieron realidad lo que hoy día es el Echegaray: un precioso edificio que en su exterior "respeta la memoria que tiene el malagueño del antiguo cine pero que en su interior se presenta como un teatro del siglo XXI", según narraba Peñalosa a este periódico en el año 2003. La noche terminó con un brindis que compartieron todos los invitados, que se congratularon de que, por una vez, un cine haya pasado a mejor vida para convertirse en teatro y no al contrario.