El subsuelo malagueño oculta muchos secretos de las diversas civilizaciones que se asentaron en la ciudad. Uno de ellos ha salido a la luz gracias a la labor de la arqueología, que desarrolla una importante labor para el conocimiento histórico con la aportación de información sobre las formas de vida de nuestros antepasados, así como en la ejecución de las obras de infraestructura de los aeropuertos españoles.

Las excavaciones arqueológicas en el Aeropuerto de Málaga, concretamente en los terrenos destinados a la ampliación del campo de vuelo (donde está incluida la segunda pista), han cambiado el panorama histórico de la zona. Los trabajos han sido coordinados y supervisados por la delegación de Cultura de la Junta de Andalucía.

Estas intervenciones, llevadas a cabo por Aena en su compromiso por cuidar y proteger el patrimonio histórico y compatibilizar la ejecución de las obras aeroportuarias con la preservación de los hallazgos a través de actuaciones muy respetuosas, han descubierto importantes vestigios, que permitirán conocer mejor la historia de los antiguos pobladores de Málaga.

El yacimiento de ´La Rebanadilla´, que ocupa una extensión de algo más de 3,4 hectáreas en la margen derecha del río Guadalhorce, escondía bajo toneladas de tierra y muchos siglos de historia restos arqueológicos de un asentamiento fenicio más antiguo que el yacimiento de ´El Cerro del Villar´. En la intervención en ´La Rebanadilla´ se documentaron cuatro fases de ocupación, que cronológicamente oscilan entre el siglo VIII a. C. para la más antigua y el siglo VII a. C. para la más moderna, según fuentes de Aena.

Materiales. La etapa más antigua corresponde con una serie de estructuras de grandes dimensiones excavadas en el terreno geológico relacionadas con la producción de materiales, principalmente bronce. De la segunda fase de ocupación se localizó un poblado fenicio, caracterizado por la construcción de los diferentes edificios de planta rectangular mediante adobe secado al sol. Las habitaciones tienen las paredes y los suelos revestidos por un enlucido de color amarillo. También se han documentado cerámicas provenientes de ciudades del Mediterráneo, como Grecia, Cerdeña, Chipre o Sirio-Palestina.

En un tercer momento se construye un nuevo asentamiento mediante habitaciones rectangulares, esta vez, con muros con zócalos de piedra. Presentan suelos realizados con conchas de bivalvos y sobre arenas de playa o gravas de pequeño tamaño. Por último, los arqueólogos de Aena han documentado una cuarta fase, en la que los edificios han sido sustituidos por cabañas. Destaca una, de planta ovalada y con el suelo rehundido y excavado en los derrumbes de las fases anteriores, que posee agujeros de poste rodeando la cabecera norte.

Una grata sorpresa. Esta unidad arqueológica fue localizada en la fase de sondeos, ya que no existían datos previos a la obra que hicieran pensar que el enclave se encontrase en los terrenos reservados para la ampliación del aeropuerto. Dado el gran valor histórico y arqueológico de los vestigios, Aena decidió desplazar en más de 700 metros la galería de balizamiento y parte del drenaje a la pista.