Pedro Ruiz (Barcelona, 1947), de profesión polifacético, siembra la actualidad con su agria polémica contra María Antonia Iglesias, la publicación de su libro ´Al hijo que no tengo´ y el inminente estreno de ´Escándalo en palacio´, visión satírica de Sarkozy y Carla Bruni.

–Para que se haga cargo del tipo de entrevista: "¿Se parece más a Sarkozy en ideología o en sexología?"

–Ni en una cosa ni en otra, porque estoy de vuelta de mi vanidad y paso de ego. Escándalo en palacio se parece más a Tartufo que a una comedia. Hace reír, pero da miedo.

–La obra habla de corrupción, tan sensible en nuestro país.

–Esa hipersensibilidad se extiende a todo el planeta, y es la razón por la que no voto. No me votaría ni a mí, y voy a votar a otro.

–¿Y si todos hacemos lo mismo?

–Como decía Gary Cooper en una película, "yo no inventé el mundo, sólo vivo en él".

–A mi amiga María Antonia Iglesias, ni tocarla.

–Creo, seriamente, que necesita un exorcismo.

–¿Porque está poseída?

–No quiero meterme tanto en su cuerpo, me perjudica. No sabía con quién se metía, y no puede imaginarse de la que se libró al levantarse. En ´La Noria´ debutó como actriz.

–La última vez que hablamos me dijo que "lo mejor está por llegar", ¿ya ha llegado?

–Lamentablemente ha llegado lo peor, porque mi madre no está aquí. De ella aprendí el coraje, y no voy a desaprovechar la enseñanza. Todo lo demás me parece de plástico, incluida mi vanidad.

–Ha escrito ´Al hijo que no tengo´, ¿tan ocupado ha estado?

–Más que ocupado, analítico. He escrito mi biopsia, al hijo que no he tenido todavía. El libro es una mezcla de las provisiones del alma de ´Ética para Amador´ y de ´Sin noticias de Gurb´.

–¿Es Don Pedro o Don Juan?

–Soy Don Nadie, intento pasar por la vida sin ensuciar.

–La televisión ya no es Hollywood.

–Ha llegado el momento en que todas las televisiones tendrán que hacer más con menos. Aquí entran los buenos conductores, que gastan poca gasolina. Quizás haga el próximo programa en América, en julio debuto en Chile con ´Sencillamente Pedro Ruiz´.

–¿A qué precio participaría en ´Más que baile´?

–Nunca se han atrevido a ofrecérmelo, porque me conocen, y eso que soy muy amigo de Pilar Rubio, más buena persona que guapa. Tengo poco valor, pero no tengo precio, lo afirmo radicalmente. Es herencia materna.

–¿Ha atravesado estrecheces económicas?

–No, porque siempre he estado dispuesto a empezar de cero. No soy valiente por tener dinero, sino que tengo dinero por ser valiente. Practico el desapego absoluto, en el ataúd no cabe nada.

–Después se hizo de derechas.

–Rotundamente falso. Soy de mi madre y de izquierdas, Zapatero a mi lado es Blas Piñar. Por eso detesto a la izquierda que miente y roba. Soy un apátrida que procura no ser atropellado por ninguno de los dos autobuses, el que va y el que viene..

–Ahora quiere emular a Woody Allen.

–Es mi asignatura pendiente, y quiero fijarme en el Woody Allen que duda de todo, empezando por sí mismo. La humanidad es una pura anécdota del cosmos. Ojalá tuviera fe.

–¿Puede seducir a cualquier mujer dándole a la lengua?

–No, ellas deciden por quién desean ser seducidas. Hay mujeres con las que es preferible estar callado, para que se pregunten "¿y éste por qué no me habla?".

–Le gusta tanto polemizar que su página web tiene un apartado de desmentidos.

–No es polémica, es aclaración. Se me han pegado tantas etiquetas, que no me da tiempo a desmentirlas. Respecto a "mi imagen, os la regalo, haced con ella lo que queráis". Así acaba la autobiografía de Groucho [Marx].

–¿Cuánta fama se puede soportar?

–Toda la que seas capaz de no creerte, yo nunca lo he hecho. El resumen del espectáculo es "se enciende la luz, vienen las moscas. Se apaga la luz, entonces se marchan las moscas".