Crisis sanitaria

Adiós a las mascarillas: ¿cómo será Málaga después del virus?

La crisis sanitaria ha removido los cimientos de las relaciones sociales, la ciencia, la cultura, la investigación o el mundo laboral. La Opinión indaga cómo ve la sociedad el futuro después de la Covid-19 desde estos ángulos

Participantes de la Holi Run en Málaga, en 2018.

Participantes de la Holi Run en Málaga, en 2018. / Arciniega

Ana I. Montañez

Ana I. Montañez

Esta semana cierra con el ansiado visto bueno europeo al plan español de recuperación económica que permitirá gestionar 140.000 millones de euros del famoso fondo NextGenerationEU, para el que el alcalde de Málaga Francisco de la Torre tiene pensados hasta 67 posibles proyectos relacionados con las energías renovables, las tecnologías limpias o la renovación energética de edificios públicos,que podrían nutrirse de esta financiación.

En el destino y empleo de ese dinero estará volcada la esfera política hasta 2026 pero, durante todo ese lustro que queda por delante, quizás la ciudadanía malagueña no vuelva a ser la misma porque, para bien o para mal, la pandemia ha hecho modificaciones. Y empezó por los saludos.

 «El contacto físico, más que la relación afectiva, va a ver personas que lo vamos a recuperar y otras que no, que esa distancia física la van a mantener, no dar abrazos, no dar dos besos...», vaticina la psicóloga social, María del Pilar Moreno. La primera prueba será el 26 de junio, cuando las mascarillas dejen de ser obligatorias en espacios abiertos.

En el caso de la población infantil, que afrontó la pandemia en plena fase de aprendizaje y construcción de la personalidad, según Moreno, de uno a tres años, dependerá de cómo las familias y los educadores hayan enseñado las pautas de autoprotección a los niños, desde el miedo real o desde la naturalidad, para que interioricen las pautas sociales prepandémicas o bien, se topen con problemas de sociabilidad.

Pedro Cañadas, Rosario Gutiérrez, José María Luna y María del Pilar Moreno

Pedro Cañadas, Rosario Gutiérrez, José María Luna y María del Pilar Moreno / L. O.

«Hay que dejar un par de años mínimo si todo va en desescalada ya para ver cómo nos normalizamos», destaca.

Precisamente para no interrumpir el período de aprendizaje de niños, niñas y población joven, los docentes se enfrentaron a un vuelco del sistema, de lo presencial a lo virtual, en una provincia con una brecha digital que afectó a cerca de 20.000 alumnos de Infantil, Primaria y Secundaria durante el confinamiento, por no contar con conexión a internet, un problema que ha llegado hasta el Defensor del Pueblo andaluz y Defensor del Menor de Andalucía, Jesús Maeztu.

Los recursos telemáticos en la enseñanza han sido un descubrimiento que se seguirá aprovechando aunque la presencialidad sigue siendo la primera opción.

«Desde el punto de vista docente e investigador, creo que hemos hecho de la necesidad virtud. En ese sentido, todos los recursos telemáticos que se han puesto en marcha este año me parece que van a ser siempre una aportación positiva de cara al curso que viene y que vamos a rescatar todo lo que ha sido provechoso en ese sentido. Lo que no quita que somos una universidad presencial», destaca la decana de la Facultad de Educación de la Universidad de Málaga, Rosario Gutiérrez.

"Desde el punto de vista docente e investigador, hemos hecho de la necesidad, virtud"

En los meses de confinamiento, la cultura sobrepasó las barreras físicas y llegó hasta el propio hogar. Las tecnologías permitieron acercar el arte a la población sin salir de casa y con eso se queda el gremio. «Nos quedamos con los nuevos modos de aprendizaje y la solidaridad o el trabajo colaborativo entre todas las instituciones», expresa José María Luna, director de la Agencia Pública para la gestión de la Casa Natal de Pablo Ruiz Picasso y otros equipamientos museísticos y culturales.

Pese a que los recursos telemáticos permitieron los conciertos a distancia e incluso el montaje de exposiciones museísticas, la sensación general es que el público quiere recuperar el contacto directo con la cultura.

«La gente quiere salir, quiere disfrutar de nuevo, y va a visitar de nuevo los museos, lo que ocurre es que con herramientas, utilidades y aplicaciones que intentarán mejorar su experiencia», añade Luna. De hecho, desde el verano pasado ya se están celebrando conciertos en vivo en la capital, por ejemplo, con la iniciativa municipal «Málaga Inquieta» que ocupó la Plaza de toros de la Malagueta con conciertos gratuitos y seguros, por cierto, con gran éxito.

"La gente quiere salir, quiere disfrutar de nuevo"

Honrar a la ciencia

No será otra cosa sino la ciencia la responsable primera de poner el punto final a la crisis sanitaria. Los investigadores se pusieron al servicio de la sociedad aún cuando no se alcanzaba a asimilar la dimensión del problema que acarrearía el Sars-Cov-2.

Esta catástrofe ha demostrado que con apoyo y financiación, la comunidad científica tiene un impacto directo y frontal en la vida de la ciudadanía, protegiendo su salud y bienestar a nivel internacional.

«Es importante que la sociedad no vea a la Ciencia como algo diferente. Nosotros somos parte de la sociedad como otros colectivos y tenemos una labor importante. Como tal, la ciencia se debe financiar», defiende Pedro Cañadas, director de los Servicios Centrales de Apoyo a la Investigación (SCAI) de la Universidad de Málaga y coordinador de un proyecto de investigación de detección temprana de Covid-19 en las aguas fecales financiado, con apoyo municipal. «A corto plazo vemos cierto interés reflejado en la financiación a la investigación en los planes nuevos de resiliencia. Habrá que ver si esto se va a mantener en el tiempo o es flor de un día, si cuando se olvide esto de la pandemia volvamos a lo mismo». Conviene recordarlo.

«En un año y medio hemos adelantado cinco o diez años de innovación en muchos sectores»

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La pandemia ha acelerado los cambios y los procesos innovadores en los que se encontraban inmersos las empresas.

El trabajo a distancia dejó de ser una opción para convertirse en la única vía para mantener la actividad, una fórmula que se quedará en la cultura empresarial y la estructura de las organizaciones una vez pase la crisis.

«En un año o año y medio hemos podido adelantar cinco o 10 años en innovación de lo que se preveía en muchos sectores», explica Ana Rosa Aguilar, decana de la Facultad de Estudios Sociales y del Trabajo, que sostiene que las empresas ahora aprovechan los beneficios de la presencialidad y del teletrabajo.

De hecho la vía telemática se está planteando ahora como una solución importante para el gran problema de la despoblación en las zonas rurales del interior, ya que es posible trabajar desde cualquier rincón siempre que se tenga acceso a internet.

«[El teletrabajo] abre las posibilidades. Por ejemplo, personas que la empresa quería promocionarla y se tenían que ir a la sede de Madrid antes de la pandemia. Ahora la empresa le permite esa promoción a esa persona e igual está trabajando desde Málaga porque tiene que ir a Madrid solo una vez al mes. La empresa lo ve de otra manera. Hay también una vuelta a lo local en cierta forma, cambia la percepción de la globalización que teníamos anteriormente», añade Aguilar que, aún así, incide en la importancia de encontrar el equilibrio entre el trabajo virtual y presencial, y también entre el «espacio tiempo laboral» y «espacio tiempo personal», garantizando el derecho a la desconexión.

Economía o salud

Ha sido -y es- la gran dicotomía de la pandemia: ¿Economía o salud?

Lo cierto es que el tejido empresarial se ha enfrentado a un escenario de parálisis total de la actividad de forma brusca e inesperada, viéndose irremediablemente abocado a modificar ritmos y estructuras de trabajo por una cuestión de salud pública.

Ante la amenaza vertida por la Organización Mundial de la Salud (OMS) de que la Covid-19 no será la última pandemia del mundo actual, las empresas han interiorizado sus propios protocolos para hacer frente a un nuevo parón. «Este conocimiento que hemos adquirido sin duda servirá para cuando se puedan barajar esos escenarios, estaremos más preparados».

En esa línea, la decana recalca la importancia de proteger y cuidar «la salud y el bienestar emocional» de los empleados. Eso pasa por crear planes de conciliación reales, ni mucho menos basados en la opción del trabajo a distancia.

«La actividad laboral se traslada al hogar pero eso no quiere decir que el cuidado de menores se haga al mismo tiempo. Eso no funciona, se ha demostrado ya en el confinamiento».

Y también planes de igualdad en las empresas, especialmente en una provincia donde la brecha salarial se sitúa en el 21,6%.