Dos mansiones, compradas por el Ayuntamiento de Málaga, aguardan un destino que les rescate del olvido. La casa más antigua, y la más deteriorada, fue construida por un indiano que regresó a Málaga y que, en honor de la aventura americana, bautizó la finca en la que se encontraba como La Virreina. De finales del XIX, esta preciosa mansión contaba con artísticos cierros y unas tejas que están desapareciendo ante el abandono en que se encuentra.

Desde los años 40 del siglo pasado hasta 1990, la finca de La Virreina fue propiedad de la familia del ingeniero Julián Dorao, hasta que la vendió a una constructora, que la revendió al Ayuntamiento en 2000.

Sin embargo, el paso a manos municipales no ha aliviado la situación de la vivienda. Aunque en un principio el Ayuntamiento instaló una valla para impedir el acceso a la casa, en la actualidad ha desaparecido la mitad de la valla y la casa es una acumulación de escombros, sin posibilidad de acceder a la planta superior (la mitad de la escalera ha desaparecido).

En la antigua casa de La Virreina son más que evidentes los signos de un importante fuego así como de que ha sido usada por drogadictos.

La concejala de La Palma-Palmilla, Mercedes González, confirma el incendio que sufrió hace un par de años: "Siempre hemos estados muy pendientes del caserón. Cuando se quemó, se controló por los bomberos y se tomaron medidas rápidamente". En el exterior de la casa, tomada por los matojos, hay abundantes restos de confeti, restos de alguna juerga. Pero la situación de La Virreina no está para fiestas. ¿Cuál será su futuro? En 2000, el entonces concejal de Urbanismo, Manuel Ramos, aseguraba que la casa se iba a recuperar "cuanto antes". En 2006, nada ha cambiado o todo ha empeorado. La concejala Mercedes González descarta que pueda ser la sede del distrito, aunque avanza: "Posiblemente tenga un uso social o cultural pero se están barajando muchos fines. Trataremos de encontrarle un uso cuanto antes". La casa de La Virreina, mientras tanto, espera resignada.

Los Remates. La `finca del inglés´, como siempre han llamado en la Colonia de Santa Inés a la finca de Los Remates, ha sido comprada recientemente por el Ayuntamiento. La casa fue levantada por el inglés Cecil Harrison en 1933 y, tras fallecer, el cónsul del Reino Unido se encargó de venderla al joyero Aurelio Marcos Bartual, en 1950, de ahí que también se la conozca como `la finca del cónsul´. La finca de Los Remates luce unas tejas y unos preciosos remates de cerámica salidos de la vecina fábrica de ladrillos de Santa Inés.

"En la finca había un manantial con un agua mineromedicinal muy buena y mi abuelo estudió embotellarla, pero al final desistió", recuerda Aurelio Marcos, nieto del antiguo propietario.

Los Remates cuenta con tres casas, una de ellas para los guardeses, así como con unas caballerizas y un pabellón que se usaba de cuarto de juegos. El Ayuntamiento adquirió la finca a una promotora y ahora se plantean varios fines. La concejala del Puerto de la Torre, Carmen Rodríguez, explica que la intención del Ayuntamiento es darle un claro uso social. "Los técnicos de la Gerencia están con este asunto porque hay que ver si se puede rehabilitar entera o no, pues hay partes muy agrietadas", destaca.

La edil explica que la idea es convertir la finca "en residencia de ancianos, centro de día, salones de esparcimiento..., lo estamos viendo". La asociación de vecinos de la Colonia Santa Inés quiere que sea una residencia con un cupo para los ancianos del barrio.