`Malagueto´: vecino o habitante del barrio de La Malagueta, Málaga; `Ponerse pingando´: mojarse por causa de la lluvia; `La Farola´: Faro erigido en 1817 que se encuentra a la entrada del puerto de Málaga.

El escritor malagueño Enrique del Pino ha demostrado tener paciencia y afición para recopilar, desde 1973, todas las palabras y expresiones malagueñas (de la capital y la provincia) recogidas en textos de unos doscientos autores de Málaga desde el siglo XVII hasta nuestros días. El resultado es el `Diccionario del habla malagueña´, editado por la editorial andaluza Almuzara.

Para ex ministro y responsable de la editorial, Manuel Pimentel, que ayer presentó el libro en Málaga, se trata de "una obra no sólo linguística y filológica sino también enciclopédica que ya nace con vocación de clásico".

El propio autor ha confesado que le parecía insuficiente realizar un mero catálogo o vocabulario. "Era necesario que la expresión estuviese reflejado en textos", subraya. De ahí que, junto a la definición de cada palabra, aparezca el pasaje literario en el que se refleja. Así, acompañando a `grillera´ (cárcel) aparece el siguiente texto de Arturo Reyes, del cuento `El niño de los caireles´ de 1908: "¿Es que al salir del taller te han llevao a la grillera?".

Por ello, Enrique del Pino confiesa que ha dejado fuera del diccionario unas 3.000 palabras o expresiones que no ha localizado en los textos, y también admite que algunas de las expresiones del diccionario ya están en desuso.

El resultado supera lo que entendemos por un mero diccionario, ya que, aparte de palabras del habla malagueña hay, entre otras muchas cosas, expresiones populares (`Reirse de los peces de colores´), nombres de calles (`Los Callejones´), apodos populares (`el Piyayo´), monumentos (`La Manquita´), rincones de Málaga (`el jardín de los Monos´) e instituciones (`la peña Juan Breva´).

Adiós al tópico. Para Enrique del Pino, el habla malagueña "no es ni mas ni menos que una manera de hablar español". El escritor rebate el tópico de que el habla de Málaga y de otros rincones de Andalucía es una adulteración del castellano. "Eso es un error porque estas hablas enriquecen el español como ocurre con las hablas de Hispanoamérica". Del Pino niega que estemos ante una sucesión de vulgarismos: "Es un habla y a mucha honra". Además, reconoce que la condición de Málaga capital como puerto de mar la ha enriquecido lingüísticamente más que otras zonas con menos contacto con comerciantes y extranjeros. Y si tuviera que quedarse con una palabra, el autor escoge `chiquilindongui´: el parchís.