Es un histórico de la política malagueña, calificativo que no se gana con la edad, sino con la trayectoria. Antonio Romero (Humilladero, 1955) lleva 26 años intensos de trabajo público y ha decidido que ya es suficiente. Abandonará el ejercicio de la representación institucional tras pasar por el Congreso de los Diputados, el Senado, el Parlamento de Andalucía (donde está ahora) y el Ayuntamiento de Málaga. Pero no deja la política: continuará en el PCE y en Izquierda Unida para luchar por sus ideas republicanas y mejorar la sociedad desde su conciencia. Ya prepara sus memorias, en las que dedica un capítulo al episodio que más le dolió: no ser alcalde de Málaga a pesar de tenerlo en la mano en 1995.

-¿Por qué lo deja?

-Quiero aclarar que no dejo la política, sino la representación institucional. No me presentaré a otras elecciones y no seré cargo público más. Tras 26 años intensos creo que es el momento de dejar paso a la gente joven, que llega con mucha ilusión. Lo digo porque sé lo que es: de hecho, yo fui el miembro más joven del Parlamento de Andalucía en 1982. Pero seguiré en la dirección del PCE y en la de IU, seguiré escribiendo y haciendo propuestas. La política activa no la dejo.

-¿Le falta ilusión?

-Tengo toda la ilusión del mundo y mucha pasión por la política. El motivo fundamental es la renovación. Yo ya dije al principio de la actual legislatura en el Parlamento de Andalucía que no repetiría porque cuando acabe mi trabajo habrán pasado 26 años y es necesaria la renovación. Y creo que el balance es espectacular porque he presentado 5.307 iniciativas en el Congreso, en el Senado y en el Parlamento a lo largo de mi trayectoria. Me sale casi a una por día laborable.

-¿Por qué empezó en la política?

-Trabajaba como jornalero y viví la explotación de cerca. No tenía otra salida porque, para un trabajador del campo, los únicos instrumentos útiles para luchar contra Franco eran el PCE y Comisiones Obreras. Desde los 14 años ya leía los libros prohibidos por el franquismo, mi familia era trabajadora y era natural que acabara ahí. Desde muy joven estoy en la dirección del PCE, ayudé a fundar CCOO en Andalucía y en el sector del campo y participé de la Junta Democrática.

-Congreso, Senado, Parlamento y Ayuntamiento de Málaga. ¿Dónde ha sido más difícil su labor?

-No he encontrado dificultades especiales porque siempre encaré la política con naturalidad. Siempre me he presentado como un diputado de Málaga, de Humilladero. Hablé como hablaba mi gente, me preparé bien los temas y demostré que nadie es intocable. Frases mías como "Eso no se lo cree ni el que asó la manteca", que se la dije a Barrionuevo, o a Corcuera, fueron titulares en todos los periódicos de España. He llevado temas complicados, como los GAL, o Interior, los servicios secretos, Roldán... Pero nunca he visto difícil nada porque siempre he estado convencido de mis ideas. Quizá, de todas mis batallas políticas, la de Málaga fue la más pasional.

-Tal vez su cargo más importante fue el que nunca tuvo, la `alcaldía moral´ de Málaga. ¿Qué pasó?

-Muy sencillo. Ganamos al PSOE y entre ellos y nosotros (IU) sumábamos más concejales que el PP de Celia Villalobos. Pero el PSOE no votó mi candidatura y le abrió la puerta al PP, que ahí sigue. Es una espina que tengo clavada en el corazón, aunque me queda la satisfacción de haber ganado y por eso dije que era el alcalde moral. No me votó el PSOE porque entonces había un enfrentamiento muy fuerte con Felipe González a nivel nacional. La mayor culpa fue del PSOE y de González, pero nosotros, con Julio Anguita al frente, también fuimos responsables.

-¿Piensa que el PP aún gobierna hoy día por aquello?

-Sí. Estoy convencido de que si no se le abre la puerta al PP en Málaga, no estaría hoy día. Habría un alcalde de IU, igual sería yo, porque quería estar 8 ó 12 años, o puede que alguien del PSOE. Pero una fuerza de izquierdas, seguro.

-¿De qué está más orgulloso en su vida política?

-De muchas cosas. De haber participado en el derrocamiento de la dictadura y en la llegada de las libertades. De conseguir la amnistía de los presos políticos y el retorno de los exiliados. De haber participado en la creación de CCOO del campo. De luchar por la autonomía plena andaluza el 28-F. De haber estado en la muerte y el entierro de Manuel José García Caparrós. De mi trabajo en el Congreso, de ser ponente del nuevo estatuto de Andalucía, de haber logrado un buen resultado en el Ayuntamiento en 1995. Hay errores y fallos, pero mi balance es positivo. Pido perdón a quien haya podido hacer daño por cuestiones políticas.

-¿Se arrepiente de algo?

-Hay cosas que no haría del mismo modo. Creo que nos equivocamos en la Transición por ceder demasiado ante reformistas del régimen de Franco, como Adolfo Suárez, o por no defender la república como modelo de Estado con más ahínco y pasión. Me arrepiento de no haber llegado a un acuerdo con el PSOE para gobernar Málaga en 1995. Y luego, de algunos errores serios que hemos cometido en la dirección de Izquierda Unida.

-¿A qué achaca la pérdida de protagonismo de IU en la política?

-Ha habido una apuesta de los poderes económicos y mediáticos muy fuerte por el bipartidismo. Hemos perdido perfil propio y autonomía por la política del grupo parlamentario en el Congreso. Gaspar Llamazares ha apoyado mucho al gobierno de Zapatero.

-¿Es realista ser republicano y comunista hoy día?

-Es lo más moderno, lo más realista y lo que tiene más futuro. Tengo gran esperanza en la república, es un objetivo muy hermoso. El Rey de España es el tercero más rico de Europa y se gasta 8,5 millones de euros al año sin fiscalización. Y lo de comunista... es apostar por la igualdad, la solidaridad, ni ricos ni pobres. Hay experiencias que han fracasado, pero más fracaso es el neoliberalismo de la hipoteca.

-¿Quién ha sido su peor contrincante o enemigo?

-No le guardo rencor a nadie. Ni a Felipe González, que me dijo en el Congreso que no iba a ser alcalde de Málaga; ni a Luis Roldán, que me causó gran desprecio humano y político, ni a José María Aznar, que nos llevó a la guerra de Irak.

-Ya está escribiendo sus memorias. ¿Se va a tener que echar a temblar más de uno?

-Y más de una. Aviso a navegantes. Nunca entraré en el campo personal, pero en el político sí. Hablaré de todos los jefes de gobierno, de Celia Villalobos, De la Torre, Antonio Gutiérrez, Borbolla, Chaves... Y de la dirección de IU.

-¿Qué espera de su relevo?

-Que se queden con lo bueno y construyan el futuro a su modo.