El síndrome de Noé es un trastorno relativamente desconocido. Los expertos lo consideran una variable del más popular síndrome de Diógenes, pero mientras que éste último consiste en acumular todo tipo de objetos de forma totalmente desproporcionada, el primero centra el objetivo de la manía del afectado sólo en recoger animales.

El psicólogo del USP Hospital de Marbella, Antonio de Dios González, señala que no hay que confundir a la persona profundamente amante de los animales que tiende a acogerlos por compasión y se muestra hasta exageradamente empática con el sufrimiento de los animales con quien sufre una auténtica enfermedad mental.

Desatendidos. El afectado por Noé acumula en su hogar un número desmesurado de mascotas sin preocuparse por darles la atención adecuada, así que las condiciones de animales y dueño son insalubres. El afectado por síndrome de Noé no se preocupa por aspectos básicos como la alimentación, la higiene o la salud de sus ´inquilinos´. El enfermo de Noé no reconocerá, como el de Diógenes, que comete un error y que su entorno está sumamente degradado, ni siquiera que los animales pueden estar sufriendo, aunque el aspecto de éstos lo denote de forma evidente.

Una persona aquejada de este trastorno está lejos de ser un auténtico enamorado de sus mascotas. Eso sí, cree estar salvando a esos animales y se opondrá ferozmente a que se los arrebaten, incluso una vez muertos. Los animales acogidos por estas personas no se ciñen a un patrón. Pueden ser exóticos, silvestres o domésticos e incluso se pueden reunir distintas especies.

Pasión por los gatos. No obstante, lo más común es acumular mascotas domésticas por su accesibilidad y en muchos de los casos descritos hay cierta inclinación de los afectados hacia los gatos, pues son animales independientes, abundantes y pequeños, así que es posible convivir con muchos.

Algunas fuentes estiman que un 2% de la población puede llegar a sufrir Diógenes o Noé. El psicólogo Antonio de Dios González puntualiza que el origen de esta enfermedad es diverso, pero en cualquier caso precisa una intervención especializada en la que, además de una terapia psicológica adecuada, es preciso el tratamiento farmacológico.

El psicólogo apunta dos posibles orígenes del síndrome de Noé: el trastorno obsesivo compulsivo o el estado psicótico. El trastorno obsesivo es propio de personas perfeccionistas muy exigentes consigo mismas que sufren ataques de ansiedad si no hacen lo creen correcto y se ven asaltadas por pensamientos recurrentes e indomables. Uno de ellos puede ser recoger animales.

Por su parte, el estado psicótico es una patología psiquiátrica grave que sitúa a quien la sufre fuera de la realidad. El hecho de que fijen su objetivo en los animales denota una necesidad de afecto no cubierta por parte de alguien con escasas habilidades sociales que ve más factible relacionarse con mascotas que con otras personas.

González puntualiza que en ambos casos el tratamiento es complejo y de larga duración; el psicólogo estima que nunca inferior a un año y, en ocasiones, deben mantenerse de por vida.

El perfil del afectado es similar al de quien sufre síndrome de Diógenes. Suele ser una persona de edad, de cualquier condición socioeconómica y aquejadas de soledad. La enfermedad los lleva a aislarse socialmente y a abandonarse, tanto es así que pueden sufrir problemas de salud derivados del ambiente insano en el que se desenvuelven. Si se les recrimina su conducta pueden ser agresivos porque su gran problema es que no aceptan ayuda ni reconocen su situación.