Hoy se celebra el Día Internacional de la Lucha contra el Sida. Con motivo de esta cita la Asociación Antisida de Málaga (Asima) organiza una serie de actos en las calles del Centro Histórico de Málaga, que concluirán con una `marcha silenciosa´ a las 21 horas en recuerdo a los fallecidos por una enfermedad que facultativos como el doctor Marqués se afanan en combatir.

-Pese a que muchos consideren el sida y el VIH una enfermedad `marginal´, los patrones de contagio dicen algo muy distinto.

-Efectivamente. En Andalucía hay registrados desde 1982 un total de 19.674 enfermos de sida, 2.672 malagueños. No son portadores del virus VIH, sino enfermos, y esas cifras son en cierto modo engañosas porque el contagio por consumo de drogas por vía parenteral sigue siendo el factor más importante en esos datos que son acumulados. Sin embargo, desde el año 2000 hemos apreciado un cambio del patrón que focaliza claramente el contagio del VIH en la vía sexual y más concretamente en la heterosexual. A día de hoy el 50% de las personas que enferman han adquirido el virus mediante prácticas heterosexuales de riesgo.

-¿Si eso es así, por qué existe tan poca percepción de riesgo social en torno a la enfermedad?

-La idea de las campañas de concienciación de romper el estereotipo de que el sida es una enfermedad marginal es buena, pero la gente prefiere encasillar a los enfermos y evitar la sensación de riesgo. La realidad nos dice que cualquier persona puede llevar a su casa la enfermedad y, de hecho, el 20% de los nuevos casos lo sufren mujeres que en un 80% de los casos han sido infectadas por sus propias parejas. Asimismo, la media de edad de los enfermos se sitúa en torno a los 40 años. Hablamos de gente consciente y madura que, sin embargo, enferma por conductas sexuales de riesgo. Detrás del sida sólo hay simple y llanamente las prácticas sexuales sin protección y ese es el mensaje que no llega a calar en la sociedad.

-¿El hecho de que los tratamientos sean mas eficaces repercute en esa baja percepción de riesgo?

-Es posible pero, aunque los tratamientos sean efectivos, ser portador del virus sigue siendo un asunto totalmente estigmatizante que los enfermos sólo confiesan a su entorno más próximo.

-¿Y en qué consiste el progreso de los tratamientos actuales?

-En que bloquean la replicación del virus y permiten recuperar la inmunidad total o parcialmente, de manera que podemos decir que el sida es un enfermedad crónica, que permite más calidad de vida al afectado y que no tiene límite de supervivencia. El sida no se cura, pero se trata. En nuestro hospital el éxito del tratamiento con retrovirales alcanza el 75% y en su fase inicial no precisa de mucha medicación. Pero, además de los pros, también hay contras.

-¿Cuáles son?

-A largo plazo los tratamientos producen efectos secundarios, como alteraciones de los niveles de glucosa y colesterol, o cambios de aspecto físico por una mala distribución de grasas. Igualmente la mala adherencia al tratamiento implica cambios en el mismo, lo que empeora su resultado. Además, surgen enfermedades asociadas -como la hepatitis C- que afecta al 45% de nuestros enfermos y tienen peor tratamiento que el propio sida. De todos modos, no todos nuestros pacientes requieren ser tratados, alrededor de un 20% de los que asistimos en el Hospital Virgen de la Victoria no precisan medicación.

-¿Qué carga asistencial implica para los hospitales este tipo de enfermo crónico?

-Un enfermo estable pasa tres revisiones al año. Los hospitales que ven más pacientes son, por orden, Carlos Haya, Virgen de la Victoria y Costa del Sol. El tratamiento estándar para uno de estos pacientes implica un gasto público anual cercano a los 6.000 euros.