Aunque la mayoría de los vestidores malagueños tiene al padre Manuel Gámez como uno de sus maestros, el religioso malagueño discrepa: "No me considero maestro de nada. Si la gente habla de mí es sencillamente porque soy el más viejo".

Su vinculación con la capilla del Monte Calvario viene de comienzos de los años 40 cuando, siendo un quinceañero, entra en el Seminario, que tenía a cargo la capilla. "El sacerdote que estaba encargado me encomendó que arreglara a la Virgen". Don Manuel reconoce que en los primeros tiempos no se fijaba en nadie para llevar a cabo el arreglo de la imagen. "A mí me parecía que la mejor forma de presentarla era como yo lo hacía y así lo hice".

El cambio que ha experimentado la forma de vestir a las imágenes es evidente para el también director de la Coral Santa María de la Victoria. "Cuando yo empecé, y hay fotos de ello, iban muy desangeladas. Diría yo que ahora se presentan las imágenes muy dignamente y bellamente vestidas. La verdad es que se ha dado un paso de gigante".

Ese gran paso llega sobre todo en los 80, cuando las imágenes empiezan a cambiarse con más frecuencia para los diferentes actos cofrades y tiempos litúrgicos. "Fueron los años en los que las cofradías tuvieron un impulso para mejor", subraya.

Para el padre Manuel Gámez, un vestidor tiene que tener muy claro que arregla "una imagen religiosa que se va a exponer al culto para que sirva de medio, con el fin de que los fieles puedan acercarse a la que de verdad está en el Cielo". Por eso considera que el respeto tiene que ser "el máximo".

El maestro de vestidores reconoce que nunca viste a la imagen de la misma manera, "aunque uno quiera, nunca sale igual, es una cosa que se va creando al mismo tiempo que se va haciendo".

Entre los mejores recuerdos que conserva del oficio de vestidor se encuentra el haber vestido a la María Santísima del Monte Calvario en el vecino convento de las hermanas capuchinas. "Algunas no son andaluzas y comentaban que no podían imaginarse esa familiaridad respetuosa y devocional".

Cuando el trono sale por fin a la calle, el padre Gámez confiesa que siente "una emoción muy grande, e incluso afloran las lágrimas en no pocas ocasiones". Pero señala que, "lo bonito es que quien toma el protagonismo es la imagen, la Virgen. El vestidor, cuanto más oculto y anónimo quede, mucho mejor. Si es posible, en un tercer plano".

Manuel Gámez es también conocido por ser el vestidor, desde hace muchos años, de la Virgen de la Paloma. Las titulares de las dos cofradías llevan un arreglo muy distinto. "Depende de los volúmenes, los mantos grandes cuestan mucho trabajo colocarlos, son muy pesados y difíciles de domeñar".

Cumplió 80 años el pasado mes de septiembre y hace dos años se produjo el relevo. "Yo comprendo que las hermandades deben dejar espacio a la gente joven porque el futuro de cualquier entidad está en la juventud". Ahora, es Guillermo Briales, un joven de 21 años y albacea de culto de la cofradía, quien lleva la mayor parte del trabajo.

"Una vez le dije que lo hiciera él y he visto que lo hace muy bien. Alguna vez le señalo algún pequeño detalle pero ya no hace falta supervisar. Lo hace magistralmente".

Guillermo Briales, el vestidor más joven de la Semana Santa de Málaga, tiene a cargo todas las imágenes de la cofradía. Para él, ver en la calle el resultado de su trabajo "supone mucho, y ahora más todavía porque la relación que tengo con la imagen es muy especial". El relevo ya está aquí.