sta sección siempre ha mostrado especial interés por el monumento a Carlos Larios y Martínez de Tejada en el Parque. El ilustre aristócrata, marqués de Guadiaro, fue el fundador, a mediados del siglo XIX, de la fábrica de tejidos ´La Aurora´ (sus jardines son hoy los jardines de Picasso).

Gracias a este hombre, el Parque pudo hacerse una realidad, y aunque a su muerte, en 1896, la ciudad quiso levantarle un monumento, el protagonismo se lo llevó entonces su sobrino, Manuel Domingo, que hoy sigue oteando la Alameda desde su pedestal (y de reojillo, la calle Larios, que ayudó a crear).

Hubo que esperar once años, a 1907, para que el escultor catalán Mateu Fernández de Soto realizara el prometido monumento, que fue muy atrevido para la época.

Instalado en el Parque, lo que más llamó la atención al público malagueño no fue la figura de Carlos Larios y Martínez, sino la alegórica presencia de una mujer desnuda con un llamativo culo en pompa, muy ´realista´, adelantándose con esa pose varias décadas a las ´pin-ups´ americanas.

La peculiar ejecución de la escultura convirtió el monumento en uno de los más visitados del Parque. Con la llegada de la II República, mientras el sobrino Manuel Domingo Larios era enviado al fondo del mar, el tío era ocultado por una tupida enredadera, mientras sólo se veía la estatua ´culona´.

Con el cambio de tercio, tras la Guerra Civil, los guardianes de la moral consideraron demasiado realista el ´pandero escultórico´ y lo quitaron de enmedio.

Hoy, el marqués del Guadiaro es homenajeado en solitario y sólo tiene la compañía de las palomas, que ajenas a los esfuerzos cívicos del señor Larios y Martínez, realizan sobre su cabeza otro tipo de esfuerzos. Así es la vida (también la de algunos monumentos).

Esa lluvia

Esta semana, un taxista describió mejor que nadie el calentamiento climático en Málaga con estas palabras: "A la lluvia le cuesta cada vez más llegar aquí. La lluvia cuela muy bien por San Pedro y Estepona pero sólo llega bien hasta Ronda".

Vamos, que de la Serranía para acá le entra una ´pájara´, como a Induráin, y no hay manera de que descargue en Málaga (la meta).

Transformación

La calle Calerito, en Nuevo San Andrés, podía ser una calle bastante tristona, con el muro que separa las vías del tren al fondo. Pero algo ha cambiado desde que cuenta con una mediana con un par de brachichiton, uno de ellos de gran altura, y varias palmeras. Las plantas son capaces de transformar el aire de la calle más grisácea.

Crucero en Málaga

Hotel flotante que atraca en el Museo Picasso.