No son gente extraña. Ni jóvenes que viven fuera de la realidad. Saben de lo que hablan, aunque para muchos suene distante. Son cuatro malagueños que han decido cambiar una vida normal, con familia, un trabajo, una casa y quizá un perro, por una vocación religiosa. La Catedral de Málaga acogió ayer por la mañana el momento culminante de esta decisión, al recibir tres de ellos la ordenación como sacerdotes y otro ser investido como diácono.

Rafael Jesús Caro, José Javier García, Antonio Jesús Guzmán y Jesús Hernández tienen entre 28 y 32 años. Cada uno llegó al Seminario de Málaga con un bagaje y una experiencia vital distinta, pero con un mismo objetivo: "Sentí la llamada del Señor para dar la vida por la gente, no por hacer carrera o ganar dinero", resume José Javier García Pascual, que con sus 30 años se convirtió ayer en uno de los nuevos sacerdotes de la diócesis. Éste malagueño es originario de Alfarnate, donde hoy celebrará su primera misa ante sus familiares y vecinos del pueblo. "Esto es como ocurre en todos los pueblos, que nos conocemos todos y espero que muchos vengan a la misa de una, que será la primera que celebre", comenta un ilusionado joven que estudió Filología Inglesa y dejó su incipiente carrera en la enseñanza para entrar en el Seminario de Málaga, donde ha cursado 7 años.

Allí coincidió con Rafael Jesús Caro, aunque todos le conocen como ´Carito´. Este malagueño, de 32 años y originario de Villanueva del Trabuco, había tomado una decisión parecida. Con 25 años, un puesto de trabajo, casa y novia, se encontró en una encrucijada que le llevó a adoptar un compromiso diferente. Dejó todo y optó por su vocación religiosa. Llegar a ella fue un proceso largo, apoyado en los Misioneros de la Esperanza (MIES) a los que pertenece: "Fui conociendo a curas y vi que no era como me lo imagina. Comprendí que el sacerdocio es una opción válida y que eran personas felices haciendo lo que hacen", subraya ´Carito´. Estos testimonios vitales y la oración hicieron que este joven diera un cambio radical a su vida. Se encuentra feliz del resultado, aunque reconoce cierto miedo ante el reto que supone convertirse en sacerdote, "pero la felicidad pesa mucho más".

Este trío de nuevas vocaciones que culminan en el sacerdocio lo completa Antonio Jesús Guzmán. Marbellí de 28 años y criado espiritualmente en la parroquia de la Divina Pastora de su localidad, encuentra en la presencia de Dios sentido a cada paso que da en la vida.

La renuncia a las opciones que elige la mayoría también se hace muy evidente en su ´currículum´ vital. Antonio se encontró con 21 años con la carrera de Filosofía terminada, su novia y muchos planes por delante. Como muchos jóvenes a esa edad. Sin embargo, algo se cruzó en su camino que le llevó a dar un paso adelante en una opción que, en la actualidad, requiere de una buena dosis de valentía. "Sentía algo distinto, que me llevaba a un camino diferente al de formar una familia", recuerda Antonio Guzmán, quien participó en la experiencia ´Monte Horeb´ que organiza el Obispado para discernir una posible vocación religiosa.

"Descubrir que la única forma de ser feliz es seguir la voluntad de Dios, que me llamaba a entregarme a los demás y a su servicio", manifiesta Guzmán. No todo fue fácil en sus comienzos. Realizó el primer curso del Seminario sin decirle a su padre que tenía la intención de continuar. Tras terminar el curso y ver que ése era su camino, habló con él. "Me dijo que había perdido la cabeza y le costó aceptarlo, aunque no lo comparte. Pero me acompaña y me apoya", indica Antonio. Ayer estuvo en su ordenación y en su primera misa.

«Ahora es difícil ser cura, pero es una oportunidad para dar testimonio»

"Antes las iglesias estaban siempre llenas, pero ahora hay que salir a la calle para que la gente entre". Así de claro se expresa Rafael Caro, ´Carito´, que pese a ese apodo juvenil mide cerca de 1,80 metros y ayer se convirtió en uno de los sacerdotes más altos de la diócesis. ´Carito´ reconoce que el ambiente social no es el más propicio para el nacimiento de vocaciones religiosas y para transmitir el mensaje evangélico. Pero no es pesimista: "Todas las épocas tienen sus dificultades y en ésta tenemos que salir a buscar a la gente porque no viene".

Los jóvenes con los que tratan estos malagueños se encuentran entre la sorpresa, la admiración y el desconcierto ante la vocación sacerdotal. "No es fácil ser sacerdote y muchos no lo entienden, porque les llama la atención el celibato y que no tengamos familia, es complicado hacerles ver que es un don de Dios que te ayuda a vivir tu vocación", indica Antonio Guzmán, quien afirma que muchos jóvenes "te ven con admiración por esas renuncias, pero si realmente eres fiel a tu compromiso".

Para Jesús Hernández, que ayer se convirtió en diácono, la vocación supone una continua conversión a la fe que transmite "una sensación de agradecimiento a Dios por dedicar la vida a transmitirlo".

Estos sentimientos, sin embargo, no siempre calan en el entorno, donde prima más la dificultad del paso dado que la gracia recibida a cambio. José Javier García Pascual, que ha sido destinado a Gaucín y Benarrabá, subraya que los tiempos actuales no facilitan la vida de la fe. También es verdad que mira un poco más allá y destaca que, en la historia de la Iglesia, "los grandes santos aparecieron en momentos de gran necesidad". En este sentido, este malagueño destaca que ahora es una oportunidad de "dar testimonio, ya que parece que los sacerdotes han desaparecido de la vida pública".

"Hay mucha gente que se plantea la vocación, pero no se atreve a dar el paso porque no está de moda y piensan que la gente lo va a ver como una pérdida", argumenta este joven alfarnateño, además de recordar que el sacerdocio "es otra forma de hacer el bien a los demás, con una entrega especial a la voluntad de Dios".

José Javier recuerda que esta incomprensión de la vocación religiosa alcanza a todos, como le ocurrió a sus padres: "Al principio no lo veían, porque estaban influidos por el ambiente social y tenían otra idea de lo que era. Al final vieron que era feliz y que ser sacerdote no era lo que ellos pensaban y son los primeros en apoyarme".