Los de vista más aguda habrán notado cómo entre el follaje de la calle Alcazabilla se adivina una criatura más larga que un día sin pan. Quizás la confundan con una atracción de la feria de Campanillas o El Palo pero se trata de un pulpo de pega, para dar vidilla a la exposición histórico-arqueológica inaugurada hace unos días en la calle Alcazabilla. Por suerte, los carteles explicativos de la muestra, bicho incluido, están en inglés y español, para que (valga la redundancia) todo ´bicho viviente´ desentrañe el misterio del original armatoste. No es ningún reclamo del pulpo a la gallega, sino el recuerdo de una bonita historia que se escuchó por estos andurriales, o más bien los andurriales gaditanos, en tiempos de Mari Castaña y como mínimo, del emperador Vespasiano. La recogió Plinio El Viejo, que contaba cómo en los viveros de Carteia (por San Roque) existía un pulpo gigante muy mal acostumbrado, empeñado en salir en ayunas del mar y zamparse por la noche todo el pescado en salazón. Como el animalito no era tonto, burló unas cercas que protegían su ´recena´ trepando a los árboles como Johny Weissmüller. Al final, le pudo la gula pero no murió de indigestión sino por unos arponazos. Según un testigo presencial, Trebius Niger, el pulpo tenía una longitud de treinta pies (y los pies eran como mínimo los de Pau Gasol).Vamos, un bicharraco. En las excavaciones de la calle Alcazabilla el pulpo está ´despatarrao´ a punto de lanzarse sobre las pilas de gárum que vayan descubriendo los operarios. Un buen reclamo turístico que ya funciona, aunque para algunos lectores que se han puesto en contacto con esta sección, el pulpo sea más feo que Mick Jagger comiendo limón.

Calle Beatas Ayer se celebró el primer acto de la plataforma por la dignificación de la calle Beatas y su entorno, con la conferencia del profesor Alfredo Rubio sobre la rehabilitación de la calle y las perspectivas del Centro Histórico. Mañana más.