Que una calle lleve el nombre de su hijo no la alivia. Menos cuando hace menos de una semana que sabe que quien se lo arrebató, el etarra Iñaki de Juana Chaos, quedará libre en un par de semanas y que encima "se permite" ponerse en huelga de hambre para que no le embarguen un piso. Pese a ello, la madre de Andrés Fernández Pertierra, reconoce que la decisión del Ayuntamiento de cederle una vía a la memoria de su hijo permitirá que, al menos, no lo olviden tan fácilmente.

Junto a ella está la viuda de Juan Manuel Piñuel, la última víctima de ETA, asesinado en Vitoria el pasado mayo. Las dos se muerden el labio para no hablar de De Juana cuando se les pregunta. Porque aunque las barbaridades que pasan por sus mentes serían perfectamente comprensibles, prefieren mantener la compostura durante la rueda de prensa que ayer ofreció la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC). El objetivo era comunicar la decisión municipal de concederles tres calles de la ciudad a los tres guardias civiles malagueños asesinados por ETA: Juan García León (1980), Andrés José Fernández Pertierra (1984) y Juan Manuel Piñuel (2008), nacido en Melilla, pero afincado durante años en la capital malagueña.

"Podríamos decir que hemos cerrado un círculo y por fin, tras muchos años pidiéndolo, el Ayuntamiento ha decidido honrar la memoria de estas víctimas. Esperamos que ahora su ubicación sea consensuada con las familias y no las sitúen en un lugar alejado", declaró el secretario regional de la AUGC, Antonio Gaspar, quien hizo un llamamiento a los alcaldes de Alcaucín, Almargen, Gaucín y Benaoján, municipios de origen de otros cuatro guardias asesinados.

Él sí quiso dedicarle unas palabras a De Chaos y a su próxima puesta en libertad: "Es indignante que los verdugos se pongan en huelga de hambre mientras que las víctimas tienen que esperar hasta 24 años para que se reconozca su sufrimiento. Ojalá ese hombre y todos los que han hecho tanto daño tengan pesadillas todas las noches de su vida".

Ni siquiera eso les desea María Victoria Campos, viuda de Juan Manuel Piñuel. "Odiarles solo les da fuerza y nos destruye a nosotros. Lo que siento es impotencia, rabia, indignación... pero odio no". En mayo perdió a su marido, de 41 años, y aunque ver su nombre en una calle no le va a devolver el brillo a los ojos, admite que "es un reconocimiento justo a estos hombres, para que la gente sepa quiénes fueron y que no los olviden".

Tampoco la madre de Andrés José, María Pilar Pertierra le desea mal a nadie, ni siquiera a quien puso el coche bomba que el 14 de julio de 1984 estalló junto al minibús en el que viajaba su hijo: "No siento repulsa ni odio cuando lo veo [en alusión a De Juana Chaos], pero aunque soy católica, sí que le guardo rencor. No puedo ver nada del terrorismo ni de este individuo en la tele y cuando oigo hablar de él solo siento un vacío enorme que no se puede explicar", confesó.

Al menos, confió, "que una calle recuerde a Andrés llena un poquito ese hueco porque es muy triste que se les olvide tan rápido. Son personas que han dado la vida por su país, por la tranquilidad de sus ciudadanos, y enseguida se olvida que estuvieron ahí. Al menos ver sus nombres ayudará a recordarlos".

Porque eso es lo único que reclaman estas mujeres. Que el recuerdo no se pierda, que no se olvide que sus hijos, sus maridos y sus hermanos existieron y perdieron la vida por velar por la seguridad de los demás.