La alarma que generó el verano pasado la ´avalancha´ de medusas en las costas mediterráneas, considerada casi una maldición bíblica y también un efecto indiscutible del cambio climático, ya ha pasado. Los bañistas se introducen más confiados en el agua del mar, los medios de comunicación no informan de una epidemia de picaduras y los sanitarios ya no se ven desbordados para curar las heridas urticantes en brazos y piernas de indefensos turistas. La situación ha cambiado y la marea ponzoñosa del verano pasado brilla por su ausencia, al menos por el momento.

¿Ha podido descender en un año la ingente población de estos invertebrados marinos? La respuesta es negativa, según Jorge Baro, director del Centro Oceanográfico de Málaga, con sede en Fuengirola. "Haberlas, haylas", asegura. La única diferencia es que por ahora no han aparecido. Las medusas son una especie oceánica, es decir, de alta mar, y sólo se aproximan a las costas si son arrastradas por corrientes cálidas o vientos fuertes. Su autonomía de nado es tan baja que suelen ir a la deriva.

Obviamente sigue habiendo medusas. Hace un par de semanas resultaron afectadas por picaduras unas 180 personas en la zona de Marbella en un solo día, según datos de la Cruz Roja. Pero la noticia es precisamente ésa, que sucediera sólo en una jornada determinada y no de manera continua. El verano pasado esta situación se daba casi a diario y era mucho más virulenta. La ´psicosis´ parece haber pasado.

Incluso es probable, según el veterinario del Aula del Mar, Juan José Castillo, que haya más medusas que hace un año, gracias a la progresiva desaparición de sus predadores y también de otras especies competidoras de alimentos. "Es posible que la población sea todavía mayor, sí. Pero como no las vemos en las costas, no podemos asegurarlo. Además, no hay tantas corrientes que las acerquen", asegura Castillo.

En realidad, el fenómeno de la ´invasión´ de las medusas es impredecible. El director del Centro Oceanográfico asegura que la tendencia de este verano puede variar en cualquier momento y que pasemos de jornadas de playa tranquilas, con una presencia considerada ´normal´ de estos invertebrados, a imágenes como las del pasado año, con cientos de bañistas en la orilla sin atreverse a nadar por la amenazante presencia de cientos de invertebrados.

La ´pelagia noctiluca´, la especie de medusa más común en las aguas del Mediterráneo, tiene una gran capacidad urticante, aunque está en un nivel medio de peligrosidad: hay algunas que son inofensivas y otras cuyo simple roce puede acabar con la vida de una persona, máxime si no tolera el veneno y sufre un shock anafiláctico. Un estudio hecho por las autoridades baleares a finales de mayo detectó una presencia de medusas similar a la del año anterior en el Mediterráneo, pero la falta de corrientes fuertes las mantienen en alta mar. Aunque la situación puede cambiar.