Las recomendaciones son siempre las mismas: no bañarse si hay temporal (bandera roja), no alejarse de la orilla si no se sabe nadar, no hacerlo contracorriente cuando el oleaje parece succionar los cuerpos y salir del agua en cuanto se note el más mínimo malestar. Eso, para los mayores. Con los niños sólo hay una, pero básica e ineludible: no perderlos de vista ni un solo segundo. Aun así, cada verano hay que lamentar la muerte de numerosas personas que, por un motivo u otro, perecen ahogadas en playas, piscinas y estanques. El año pasado, al menos catorce personas, menores y mayores, murieron por ahogamiento en la provincia de Málaga.

El fin de semana pasado fueron tres los fallecidos, entre ellos una pequeña inglesa de tres años, cuyos padres se encontraban en el interior de una casa rural, en Cómpeta en la que veraneaban. Cuando fueron a buscarla la encontraron en el fondo de la piscina.

Del mismo modo, hace unos meses, en marzo, un bebé perdió la vida en Cártama. El niño, de poco más de un año, cayó accidentalmente a la piscina del chalé en el que pasaba el fin de semana con sus padres y, aunque durante unas horas recuperó la conciencia, falleció finalmente en el Hospital Materno Infantil a causa de la anoxia (falta de oxígeno en la sangre).

El año pasado otra pequeña de catorce meses fue hallada muerta en una poza de Istán, después de que su padre la perdiera de vista, y la hija del británico Tony King -que cumple condena por los crímenes de Rocío Wanninkhof (1999) y Sonia Carabantes (2003)- falleció en septiembre en el hospital tras ser rescatada de una piscina privada en Mijas. Tenía diez años y era fruto de la relación con su ex mujer, Cecilia King. Como los anteriores, la niña cayó a la piscina de una vivienda del núcleo de Calahonda.

Hipotermia. Son los casos más sobrecogedores, quizás porque la responsabilidad no es tanto de los menores como de las personas que deberían encargarse de velar por su seguridad. Pero igual de lamentables son los casos de personas mayores que se adentran en el mar y mueren exhaustos al no poder alcanzar la orilla o a causa de una hipotermia, como le ocurrió a una turista francesa de 83 años en una playa de Marbella en junio de 2007.

Ese mismo verano, otra mujer de 67 fallecía ahogada en la playa de El Palo y otras cuatro perdían la vida en pantanos y estanques de la provincia, donde el lodo y las ramas que se acumulan en el fondo dificultan las tareas de rescate.

Para evitar este tipo de tragedias, fuentes del Servicio de Emergencias del 112 advierten de que la prevención es la mejor medida para disminuir los riesgos y, sobre todo, no envalentonarse porque parece que, cuando se trata de combatir, el agua siempre lleva las de ganar.