Todavía recuerda Manuel Narváez, como si fuera ayer, el momento en que el rector del colegio San Estanislao le mostró, en los años 50, una vieja máquina de vapor alemana. "La puse en marcha y funcionaba hasta el silbato", sonríe el hoy profesor, con más de 30 años de docencia.

Con el paso del tiempo, se ha convertido en el responsable de dar vida a uno de los museos de la Historia de la Ciencia más completos de España, con cerca de 1.200 piezas y más de 400 aparatos. El tesón de este profesor, que comenzó en el año 1974 clasificando unas piezas polvorientas, a las que sólo él daba valor, se refleja en una impresionante sala de casi 200 metros cuadrados en el primer piso del colegio, repleta de aparatos científicos, minerales, fósiles y modelos de Historia Natural.

Toda la riqueza de esta inmensa sala ha quedado recogida en el libro ´De Raíz a Corazón: Los gabinetes y aparatos del Colegio San Estanislao de Kostka, El Palo´, presentado esta semana y en el que colabora la Universidad de Málaga.

Manuel Narváez resalta el papel innovador de los jesuitas en las Ciencias, algo poco conocido: los jesuitas discuten con Newton, un jesuita empieza a hablar de que los cuerpos se caen, mientras otro propone el punto decimal en los números... Fruto de ese espíritu innovador es este museo de Historia de la Ciencia que "es más que un gabinete, porque los jesuitas adquirían lo que en ese momento se iba produciendo, siempre en la frontera del avance".

Uno de las piezas enlaza con la historia primitiva de la Compañía de Jesús en Málaga: un telescopio de Gregory, del siglo XVIII, fabricado en Londres por el inglés Joseph Jackson en 1750, un aparato del que quedan muy pocos ejemplares en el mundo. Manuel Narváez cree que el telescopio fue uno de los que se utilizó en el primer observatorio astronómico de Málaga que, no es casualidad, "se encontraba en un gallinero con enormes ventanas en lo alto del colegio jesuita de San Sebastián, en la calle Compañía", (el actual edificio del Ateneo de Málaga).

El profesor destaca por tanto "que los alumnos de finales del XIX conocían de Astronomía", mientras muestra otro curioso aparato que reproduce la ´precesión´ de Venus, que pasa sobre el sol en el siglo XVIII (la precesión es el cambio de la dirección del eje, como el que realiza una peonza).

En los últimos años, los aparatos han sido restaurados, aunque Manuel Narváez reconoce que "la recuperación ha sido mínima, porque a veces la pieza no estaba en su sitio y había que llevarla a su posición original".

Sorprende el grado de conservación de unos aparatos que ´bregaron´ por las manos de cientos de alumnos y sin embargo, "en muchos casos sólo había que quitarles el polvo".

Otra idea que hay que desterrar es la complejidad que encierran. El profesor resalta que, en su mayoría, se trata de mecanismos muy sencillos, como un tubo metálico que se abre y cierra para explicar la resonancia. "Los aparatos se van haciendo complicados cuando entra la electricidad".

Una de esas máquinas ´complicadas´ es un vistoso generador de carga, diseñado por un jesuita, que puede verse en la foto principal del reportaje, datada en 1915, así como el aspecto que presenta en la actualidad.

¿Cuándo llegaron estos aparatos?, Manuel Narváez data el grueso de la colección desde finales del XIX (el colegio se funda en 1882), hasta 1905. "El 90 por ciento de ellos es de procedencia francesa, un país que está en el momento cumbre de la fabricación científica, antes de que aparezca Alemania". Otra entrada importante de aparatos se produce después de la Guerra Civil.

El libro está dividido en materias científicas como Acústica, Magnetismo y Electromagnetismo, Fluidos, Óptica o Electricidad y ofrece con mucho detalle la descripción e historia de cada aparato: linternas mágicas, telégrafos, orioscopios, dilatómetros...

Junto a estas líneas podemos ver una curiosa maqueta para demostrar los efectos del rayo. Inventariada en 1885, en el interior de la casa se coloca algodón impregnado en éter u otra sustancia inflamable y en el torreón un conductor aislado sobre el que se lleva una botella de Leyden cargada. Al producirse la chispa se inflamaría violentamente el éter, provocando el salto del tejado y la caída de las paredes.

En la página anterior puede verse una bomba de vacío rotatoria de Wolfgang Gaede. Para evitar que el aire retornara a la cámara utilizó un elemento líquido, el mercurio, que hoy está prohibido por su toxicidad.

Otra curiosa pieza es un fuelle acústico, inventariado en 1881 y de fabricación francesa, que fue salvado de acabar en la basura en 1978. El fuelle acústico conserva el marfil original de las teclas y está a la espera de una recuperación para que pueda volver a sonar. En su día costó la nada despreciable cifra de 180 pesetas.

La variedad del museo también puede verse en el interés por contar con ´lo último´ en comunicaciones, de ahí que tenga postes emisores y receptores de telegrafía sin hilos (1899), varios modelos de cables submarinos o un poste telegráfico con micrófono Hughes, de 1892. Este tipo de micrófono está considerado el primer artefacto capaz de transformar vibraciones en señales eléctricas.

En el campo de la Mecánica tenemos un vistoso aparato que habría encandilado al escritor H.G.Wells: una máquina de fuerza centrífuga, inventariada en 1881, con aros de latón para demostrar el achatamiento de la Tierra, vasos para la demostración de la parábola de los líquidos al girar y un sinfín más de aplicaciones.

En la misma línea de belleza y originalidad se enmarca el tubo de cristales minerales, que llega al centro en 1892.

El aspecto es el de una bombilla gigante con minerales en su interior. El tubo, con los dos electrodos sobre los cristales, provoca que estos queden inmediatamente iluminados al ser conectados, con colores muy vivos que luego van desapareciendo.

Y de los modelos de linterna mágica que tiene el museo destaca un aparato de 1874. Este precursor del proyector de diapositivas podía proyectar textos a más de 150 metros. No hay que olvidar que la linterna mágica fue inventada por un jesuita alemán en el siglo XVII.

Pero el museo tiene un hueco, espectacular, para la Historia Natural. Manuel Narváez reconoce que cuando los alumnos más pequeños visitan estas instalaciones, "se van directos a los animales, y alguno me dicen hasta que se mueven".

En la pared del fondo de la sala se encuentra una gran variedad de animales disecados. El libro ´De Raíz a Corazón´, incluye en su último apartado un repaso a los modelos de Historia Natural, que son realmente espectaculares. Como puede verse en la foto de arriba, el profesor del colegio San Estanislao posa junto al modelo de una perca, fabricada en París y datada en 1893. La idea era enseñar al niño cómo era un pez en general. El modelo didáctico se abre en numerosas piezas para mostrar la anatomía general de cada uno de los órganos del pez.

Además pueden verse modelos tan curiosos como de cerebro humano, corazón, un oído, la cabeza de un gorila, el estómago de un rumiante y hasta de una sanguijuela. La mayoría de estos modelos, tan realistas, salieron de la casa comercial del doctor Louis Thomas Auzoux, y pueden verse en los principales museos de historia de la Ciencia y de la Medicina del mundo.

Manuel Narváez tiene planes futuros para mejorar esta joya museística poco conocida que ahora exhibe sus secretos en un libro lleno de sorpresas.