mirando atrás

El flamenco triunfa en América

Alfonso Vázquez

En la matrícula de sus respectivos coches americanos puede leerse ´A Málaga´ y ´P Málaga´. Aunque viven en la capital de Estados Unidos desde 1973, el matrimonio de artistas malagueños formado por Ana Martínez y Paco de Málaga no olvidan la dieta mediterránea y por eso siguen fieles a los pucheros y las lentejas.

"Somos una embajada ambulante de Málaga", explica Paco. Lo más curioso es que esta pareja, casada felizmente desde hace 45 años, se conoció en Brasil. "Mi familia es toda de Teba, a mi padre lo mataron en la guerra y mi abuelo propuso en la posguerra a la familia (éramos 22) irse a Brasil, donde tenía un hermano", explica Francisco Escalante, Paco de Málaga. La preocupación de Paco, con 17 años, ya en el barco rumbo a Brasil, era agenciarse un buen profesor de guitarra. No era para menos: durante unos años que estuvo viviendo en Algeciras le dieron clase el padre y el hermano de Paco de Lucía, con quien le une una gran amistad.

A los 15 días de llegar a Sao Paulo encontró profesor y también a su futura esposa, Ana Martínez, hija de una familia de artistas, encabezada por su padre, el cantaor sevillano Niño de Brenes, que le ofrece a Paco trabajo como artista. "Empezamos a trabajar juntos ocasionalmente, ella era muy difícil de ´raptar´ porque mi suegro era un hombre antiguo, pero me fui ganando el cariño de la familia", bromea el guitarrista.

Paco y Ana, finalmente, se casan en Brasil, donde nace su hijo José Antonio. En 1966 regresan a España a actuar en ciudades como Valencia o Sevilla. "Era la época de oro del flamenco, cada uno creaba su propia forma, no había internet ni DVD y no se dejaba influenciar tanto por otros", señala Paco de Málaga.

En 1973 reciben una oferta para trabajar en Estados Unidos. Los malagueños, que habían actuado ya en numerosas ciudades del país y habían pasado un año en Canadá, llegaron en principio por un contrato de diez meses. Actuaron hasta comienzos de los 80 en ´El Tío Pepe´, un prestigioso restaurante español al que acudían diplomáticos y rostros conocidos como la hija de Richard Nixon, una admiradora del arte de Ana Martínez.

Los artistas, por cierto, siempre pidieron que los contratos se hicieran de forma conjunta, algo que, están seguros, ha hecho mucho por la salud del matrimonio, que durante mucho tiempo tuvo una tienda de artículos flamencos y guitarras en la capital. También forman parte de una organización benéfica y ofrecen espectáculos y clases de flamenco en los colegios de Washington. "Les explico unos pases de baile muy básicos a los niños y luego improvisan", explica Ana. La pareja señala que los niños negros son los que, en general, mejor captan esta primera introducción al flamenco. "Tienen más oído y más ritmo".

En 1986, Ana Martínez se convierte en coreógrafa de la ópera ´Goya´ de Gian Carlo Menotti, con Plácido Domingo. Los malagueños han tenido la oportunidad de mostrar su arte a personalidades como Ruldolf Nureyev, Andrés Segovia o Antonio Gades.

En la actualidad, Ana continúa con un estudio en el que enseña baile a americanas, indias, japonesas..., la primera academia flamenca de Washington, mientras que Paco sigue desvelando los secretos de la guitarra a alumnos. Su hijo José Antonio, un buen guitarrista que con 13 años, en una actuación con su padre, puso al público de pie, ha seguido otros caminos. Paco y Ana siguen mostrando lo mejor del flamenco en Washington, disfrutando de dos nietos. Y que nadie les quite un par de visitas al año a Málaga, a la que siguen queriendo y mostrando con orgullo hasta en la matrícula.

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