la ciudad

De la protección antidisturbios de nuestros Reyes Magos

Alfonso Vázquez

Una sociedad que lanza caramelos a las cabezas de los Reyes Magos es una sociedad con más mala leche que un tártaro pero con una puntería excelente.

Este cronista ha recogido testimonios regios de anteriores cabalgatas de Reyes y en todos ellos se aprecia una tendencia cada vez más marcada a confundir las carrozas reales con un puesto del ´pim-pam-pum´.

En estas demostraciones ´antimonárquicas´ se encuentra detrás la historia primigenia de nuestra ciudad, con esos charranes (nuestros primeros chusmones) que realizaban actos sociales en el cauce seco del Guadalmedina ´a cantazo limpio´.

El chusmeta de nuestros días ha recogido el ´testigo´ en forma de ´canto rodao´ o en este caso, convertido en un puñado de caramelos. El proceso es bien sencillo: Su Majestad, llámese Melchor, Gaspar o Baltasar, se sube a la carroza real y comienza a distribuir caramelos entre el gentío infantil y algunos padres folloneros.

Pero, llegado un momento dado del recorrido, se cumple la máxima popular de ´quien da, recibe´ y el sorprendido Rey Mago comienza a notar en el respaldo del trono una suerte de ´ametrallamiento´ violento, que le deja la cara del color del merengue, incluido el Rey Baltasar. Se trata de la súbita acción de estos charranes evolucionados, que se han dedicado a recolectar todos los ´proyectiles´ posibles.

Hace algunos años se produjo un curioso altercado en Málaga cuando el rey negro fue alcanzado en toda la frente por uno de estos ´lanzadores achusmonados´ en una calle del Centro Histórico. La reacción del soberano fue, cuanto menos, ´principesca´: se levantó del trono y lanzó un sonoro ´hijo de...´ dirigido al agresor. Los niños ajenos al intenso drama se quedaron con la boca abierta.

Por todo ello, llegará un año en que nuestras majestades tengan que ser acompañadas por las fuerzas antidisturbios. Quién sabe si ese nefasto día más de un lanzador de caramelos no recibirá a cambio una ´pelotita de goma´ por su certera actuación. Felices Reyes.

Daños colaterales

Ω A la hora de hacer balance de estas Navidades no podemos olvidar, como ya hemos mencionado en esta sección, la proliferación pirotécnica pese a la prohibición de uso, pasada por el arco del triunfo por cientos de usuarios.

En la barriada de La Paz, el incumplimiento del bando municipal ha tenido importantes daños colaterales. Uno de ellos, bastante lamentable, ha sido el estado constante de nerviosismo en el que ha estado un perro, con las piernas temblando todo el día y el temor constante de bajar a la calle, hasta que su dueño decidió suministrarle ansiolíticos.

Personas y animales, fastidiados por las maneras cazalleras que algunos elementos tienen de celebrar la Navidad, especialmente a las horas más intempestivas.

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