LA CRÓNICA DE ALFONSO VÁZQUEZ
El Palacio de la Tinta se nos queda para vestir santos
Alfonso Vázquez
Cuando este periódico realizó hace unas semanas un reportaje sobre el Palacio de la Tinta, en las instalaciones de la antigua Confederación Hidrográfica del Sur se respiraba un ambiente de duelo. Más que preguntar por la recogida de datos de los pantanos, a un servidor le entraban ganas de dar el pésame y un abrazo a cada responsable del ´tinglao´.
Se notaba la tensión por la ´amenaza de centralización sevillana´, que las palabras del presidente Chaves no consiguieron calmar. La amenaza se ha hecho realidad, y nuestros políticos socialistas intentan quitar leña al fuego en lugar de denunciar la situación. Errar es de humanos, pero yerras más si estás afiliado a un partido pues termina marcándote el paso.
La centralización de las competencias de la Cuenca Mediterránea en Sevilla es un paso más en el cada vez más preocupante ´engorde administrativo´ de la Junta de Andalucía.
Antonio Muñoz Molina lleva años denunciado este proceso, que está convirtiendo las administraciones autonómicas en verdaderas ´satrapías orientales´, algo que se evidencia en los viajecitos institucionales y en la ´cartera de clientes´ de todas ellas.
Las quejas, críticas y súplicas de los ayuntamientos españoles, que piden que la descentralización administrativa (y presupuestaria) llegue a los municipios, siguen cayendo en saco roto.
Estamos ante una administración del Estado que no es la sombra de lo que fue, unos ayuntamientos que se financian permitiendo tropelías con su suelo y unas autonomías que no sueltan prenda y se embarcan en una carrera sin fin por conseguir competencias, mientras refuerzan su ´insolidaridad identitaria´. A tal fin, a los andaluces nos ha caído el sambenito retrógrado de ser considerados una ´realidad nacional´. Todo sea por la pasta.
La clave está en descentralizar y en gestionar cerca de los administrados, pero intentar que cambie de postura un partido que lleva treinta años en el poder es tarea titánica.
Por mucho que los políticos afectos maquillen la situación, el Palacio de la Tinta se quedará para vestir santos por una operación que nadie entiende y que perjudica a Málaga. Ni los gobernadores persas (los sátrapas) soñaron con tanto poder.
Descolgamiento
El viento, combinado con el paso del tiempo, ha terminado por descolgar el cartel de la calle Guillén Sotelo, a espaldas del Ayuntamiento, que se ha quedado a pique de un repique.
En esta calle tuvo lugar el ´montaje´ de la cabalgata, un espectáculo casi tan emocionante como el desfile mismo, sobre todo cuando los niños allí congregados, que los había, vieron cómo se levantaban las gigantescas figuras de Spiderman, Batman y el Capitán América.
En estos tiempos de crisis económica, la Cabalgata de Reyes resultó modesta para una ciudad como Málaga pero al final resultó, valga la redundancia, ´resultona´.
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