Medio ambiente
El limbo de la política hidrológica
Joaquín Marín D. Málaga
La política hidrológica no es precisamente la que goza de mayor dinamismo en España. La reciente transferencia de competencias desde el Estado a las autonomías, que data de 2005, abrió la veda a las disputas territoriales y políticas, que por ejemplo en Andalucía, y más concretamente en Málaga, complicó la concreción de algunos proyectos y desechó, directamente, algunos otros.
Con la desaparición de la Cuenca Mediterránea Andaluza (CMA), organismo derivado de la antigua Confederación Hidrográfica del Sur, la provincia deja de ser un importante centro de decisión tras casi un siglo y pasa a ser una simple delegación de Sevilla, que ahora centra toda la política hidrológica y concentra los cargos directivos que decidirán qué se hace y cómo se hace en Málaga. Está por ver si esta nueva centralización autonómica beneficia no ya a Málaga como tal, que ha perdido casi todo lo que fue, sino a sus proyectos parados, a los que están en ejecución y a los que se tienen que afrontar a corto plazo.
1. El Plan Málaga
Corría el año 2000 cuando el Gobierno de España, entonces en manos del PP, presentó el Plan Málaga, un proyecto que incluía nueve actuaciones en materia de aguas concebidas como un sistema integrado. Entonces, la empresa pública Aguas de la Cuenca del Sur (Acusur) era el organismo encargado de planificar, desarrollar y promocionar las obras en el marco de la Confederación Hidrográfica del Sur, con sede en Málaga.
Manejaba presupuestos anuales muy elevados y tenía capacidad absoluta de decisión, pues sólo tenía que justificarse ante el Ministerio de Medio Ambiente. El Plan Málaga incluía la planta desalobradora de El Atabal, el recrecimiento de la presa de La Concepción, la mejora de la conexión entre Málaga y la Costa Occidental, la presa de Cerro Blanco, la conducción Cerro-Blanco-El Atabal, la corrección de vertidos salinos al embalse del Guadalhorce, el aprovechamiento hidrológico de los acuíferos de la sierra de Almijara y la mejora de los regadíos del Guadalhorce y del Plan Guaro. Todas estas actuaciones cambiarían la realidad hidrológica de la provincia. Sobre el papel.
2. Casi sin ejecución
Sin plazos definidos, el Plan Málaga comenzó a retrasarse desde el punto de vista burocrático. Sólo la desalobradora de El Atabal, que da a Málaga capital 20 hectómetros cúbicos de agua de calidad al año, se ha ejecutado completamente. En el resto de proyectos hay de todo: ejecuciones parciales -mejora de la conexión entre Málaga y la Costa Occidental, que está a la mitad-, obras sin empezar -recrecimiento de la presa de La Concepción- y eliminación total, como por ejemplo la presa de Cerro Blanco, por la oposición vecinal en la zona.
3. La indefinición
Aunque en 2005 se llevara a cabo la transferencia de competencias del Estado a las autonomías, el Gobierno central aún conserva potestad sobre los proyectos declarados de interés general hasta el año 2012, cuando se cerrará definitivamente la cesión de atribuciones. Uno de estos pasos ha sido el recentísimo traspaso a la Junta de Andalucía de la cuenca del Guadalquivir, lo que ha llevado al Ejecutivo regional a centralizar en Sevilla toda la gestión del agua y a dejar sin capacidad de decisión a Málaga. Y no sólo a Málaga, sino a las demás direcciones generales, circunstancia que pone en duda la agilidad a la hora de ejecutar los proyectos. Por ejemplo, la Cuenca Mediterránea Andaluza, que hasta ahora podía elaborar su propio plan hidrológico, conceder obras y aprobar sus presupuestos o elaborar ordenanzas en su ámbito de decisión, pierde toda la capacidad autónoma de desarrollo de una política propia.
Si hasta ahora, con estos condicionantes, la ejecución de obras ha sido lenta, cabe preguntarse qué puede ocurrir ahora, cuando todo tiene que tener el visto bueno de un despacho de Sevilla. Y eso sin contar con los presupuestos ya liberados y en algunos casos no usados, como por ejemplo es el caso del recrecimiento de La Concepción o la presa de Cerro Blanco, que han llegado a tener partidas en los presupuestos generales del Estado o de la Junta y no se han invertido. Es decir, han ´volado´ de Málaga.
4. El futuro
Así las cosas, resulta que la provincia de Málaga lleva ya seis años sin iniciar una sola obra para la mejora del abastecimiento de la población. La última fue El Atabal, en 2002, y desde entonces, nada. Ni la conducción Aljaima-Atabal ni la segunda desaladora de la Costa del Sol, con sede en Mijas, que está ya adjudicada pero que lleva dos años de retraso. También la segunda tubería entre Marbella y Málaga, ideada para aprovechar los excedentes hídricos de la costa occidental. Y en lo referente a depuración, la lentitud es lo que caracteriza la ejecución de estaciones y plantas.
A partir de ahora la burocracia será aún más enmarañada y no será fácil ejecutar una política hidrológica en un territorio que depende de un centro de decisión situado lejos de la zona de actuación y con un representante sin atribuciones.
- Ha dicho adiós al mundo de la televisión y ahora trabaja en el aeropuerto de Málaga: así es la nueva vida de este conocido rostro de Mediaset
- Este es el restaurante de Málaga que tiene tapas “gigantes” por 2,50 euros: “Las cantidades son increíbles”
- Resuelven una de las mayores incógnitas de Málaga: esto es lo que significan las siglas AGP del aeropuerto
- Málaga da la bienvenida al verano con una triple Noche de San Juan
- El área metropolitana de Málaga, en los últimos cinco años: estos son los municipios que más crecen
- Málaga lanza una nueva oferta de empleo público con 156 plazas
- Persecución “de película” en la calle Larios: la curiosa estampa que ha sorprendido a los malagueños en pleno centro de Málaga
- Así será la noche de San Juan en Málaga capital