sociedad
"¿Ayudas a parados? Aquí no"
lucas martín. Málaga
Las organizaciones de consumidores están que se las lleva el diablo. Dicen que no se fían, que las ayudas impulsadas por el Gobierno para abaratar el pago de la hipoteca a los desempleados son casi irreales. Aseguran que todo son obstáculos y que, a pesar de tratarse de un decreto, pocos se benefician de sus rebajas. ¿Tendrán razón? La respuesta únicamente la conocen los afectados y puede que también este periódico que, durante el día de ayer, se hizo pasar por uno de ellos y asumió un periplo infructuoso por las sucursales de Málaga.
La experiencia no es muy alentadora. De las cuatro entidades consultadas por el diario, entre las que se incluyen cajas de ahorro y gigantes financieros, tres alegaron que aún no estaban disponibles para sus clientes. Sus fundamentos coincidían en apuntar al Gobierno y a las direcciones generales de sus empresas, que, al parecer, aún no le han facilitado las pautas de acceso y concesión de las ayudas.
En la primera de ellas, una caja de ahorros, planteamos un perfil bastante aproximado al de muchos de los solicitantes. Un joven con hipoteca a veinte años, desempleado y harto de su entidad bancaria, que no le facilita ni le informa del mecanismo más adecuado para acogerse a las nuevas condiciones. Decimos, incluso, que estamos dispuestos a mandar al cuerno a nuestra entidad y transferirles a ellos la hipoteca, pero no se conmueven ni ante la posibilidad de granjearse un nuevo cliente. "Lo siento pero es que no sé nada. Déjeme su teléfono y le llamo", alega la encargada de préstamos.
En el siguiente punto de la expedición el eventual solicitante tampoco recaba datos más esperanzadores. Esta vez la responsable del departamento, primera planta, uno de las grandes referencias bancarias del país, asevera que la pregunta le es familiar, pero tampoco se prodiga en recomendaciones. Entre otras cosas, porque no puede, "tengo tanta información como usted", sostiene en un momento de la entrevista. "Estamos esperando que nos envíen las instrucciones, pero aún no nos ha llegado nada", puntualiza.
A estas alturas, se infiere que el desconocimiento es la nota predominante. En otro banco de presencia nacional e internacional aducen argumentos similares. Además, practican el realismo despiadado. Un amable encargado reconoce que no se sabe demasiado acerca de las ayudas y nos disuade de nuestra intención de trasladar la hipoteca a otra cuenta bancaria. "Sinceramente no creo que se la concedan en otras surcursales porque, tal y como está la cosa, no estamos contratando muchas", puntualiza.
No hace falta ser la Madame Curie de la perspicacia para advertir que las reservas se incrementan ante un desempleado. Si la tendencia es a no conceder facilidades, el parado no parte con ventaja, sino todo lo contrario.
Una situación que se extiende a la siguiente oficina, otra caja de ahorros, que, contra todo pronóstico, se revela como la más informada al respecto. En menos de cinco minutos, una vez avisada del problema, la encargada aparece con un dossier en el que se determinan las condiciones de aprobación de las ayudas. No obstante, su discurso no parece que induzca al baile en el INEM. Señala que, a pesar de su condición de ley, la prerrogativa no se aplica a todos los usuarios que reúnan los requisitos previstos por el equipo de ZP. El banco se reserva la potestad de aceptar o no la ampliación de la hipoteca. Más o menos como siempre. "Le recomiendo que intente persuadirles con lo de que si no deja de pagar; así puede que lo hagan, para no perder clientes", afirma.
Después del último encuentro, surge la impresión de que las ayudas no son un derecho universal, sino una cuestión de dialéctica. A nivel informativo, si uno es cliente de un banco, las condiciones también cambian. El Gobierno promete que el pago mensual de la cuota se reducirá a la mitad en los dos próximos años y las entidades hablan, en todo caso, de una eventual ampliación del contrato, lo que reduciría el coste ordinario. "No es que te den las ayudas, sino que al poner la hipoteca a más años, la tasa merma", indican.
Una de las conclusiones inmediatas es que es más fácil llegar a Bruselas en monopatín que salir airoso de la entrevista con los bancos. También que las ayudas, a pesar de la urgencia de las economías domésticas, no se apresuran para aliviar al cliente. Ni siquiera mediante la fórmula apolillada del "vuelva usted mañana". Simplemente aún no se aplican. ¿Alguien sabe por qué? Misterios de palacio.
A la luz de las consultas, tampoco se antoja fácil cambiar de banco. Uno ya no puede ni siquiera amenazar, quedan pocos recursos para un desempleado. Si las ayudas prometidas por Zapatero derivan en una confrontación por el banco, ninguna otra entidad se erige en redentora. Suscribir una hipoteca con el aval del subsidio o en situación desprotegida y de paro es bastante complicado en la provincia. No hay más remedio que buscar un acuerdo con la entidad. O que alguien haga algo.
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