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Málaga ha sufrido ya cinco olas de frío y aún se esperan nuevas

Crudeza. Un grupo de viandantes desafía al frío en una mañana de compras por la populosa calle Larios.

Crudeza. Un grupo de viandantes desafía al frío en una mañana de compras por la populosa calle Larios. / Carlos Criado

lucas martín. Málaga

No es una sensación térmica. El invierno se ha revelado este año como uno de los más duros de las últimas décadas. Las entradas de frío procedentes del norte, que normalmente apenas rozan la provincia, se han repetido con atípica asiduidad, según informa la Agencia Estatal de Meteorología. Hasta el momento, se han computado cinco, y no se descarta una sexta oleada, lo que quintuplica el registro habitual de este tipo de vientos en Málaga.

La irrupción de este fenómeno, que arrastra el frío de norte a sur desde el océano Ártico, ha desencadenado varios periodos de temperaturas extremas, con los termómetros rozando la gradación negativa. Tanto es así que la media de mínimas del mes de enero, que habitualmente se sitúa por encima de los siete grados, figura en esta ocasión, a falta de cerrar el mes, con marcas inferiores.

¿Efecto del cambio climático? Los especialistas prefieren mostrarse cautelosos. Si se repite en los próximos cinco años, podría concurrir el calentamiento del planeta como una conjetura válida. Pero por lo pronto es solamente eso, un clima poco común en el litoral, lo que no le resta contundencia.

De acuerdo con Meteorología, la frecuencia de olas de frío está vinculada a un reajuste del flujo atmosférico. Las corrientes árticas han llegado este año a Málaga con mayor facilidad e insistencia, lo que ha incrementado el número de días de apariencia glaciar. "Normalmente sólo recibe una masa de este tipo al año y este invierno ya ha habido cinco. Lo habitual es que vengan del Atlántico, que son más cálidas", puntualiza.

Aunque no se antoje un consuelo, Málaga no ha sido la única provincia afectada por el viento. El resto de la Península se ha resentido, incluso en forma de nieve y heladas de las que atemperan los ánimos y la garganta.

No obstante, el punto de partida era más dócil. No es lo mismo que en Valladolid, avezada a los guantes y el invierno, la temperatura sea de órdago que unos grados perdidos en Málaga, donde como cuentan los veteranos, se calzan chanclas hasta en los días de buñuelos.

Según detalla Meteorología, las masas de aire frío han contribuido a bajar las temperaturas medias, que, por primera vez en los últimos años se han situado por debajo de los siete grados para recibir al mes de enero. Lo único positivo de este temporal discontinuo es la lluvia, que ha conseguido serenar la situación hidrológica de la provincia, castigada desde hace casi un lustro por la sequía.

Los pantanos se han recuperado y ya están al 35 por ciento de su caudal, una marca que resulta casi milagrosa si se advierten los números que presentaban en agosto, por debajo de los dieciocho puntos.

De nuevo, la pregunta se hace inevitable. ¿Es culpa del denominado efecto invernadero? ¿Un cambio de tendencia? Los expertos se muestran poco dados a la hipótesis. No hay dudas por el momento. Málaga no se convertirá en la Londres de Andalucía ni por el uso de gases contaminantes ni por una extraña mimesis inspirada en sus turistas británicos. Al menos, en los próximos años.

El invierno de 2009 se recordará por la crudeza de las temperaturas, pero aún que parezca extraño, existen precedentes aún menos clementes. La cota de los siete grados se ha rebajado en más ocasiones, aunque nunca con la virulencia de los años 1956 y 1946, que saludaron al primer mes del curso con un promedio de 4,6 y 5 grados, respectivamente.

Afortunadamente, observan los expertos, el inusual frío de este invierno no durará para siempre. Incluso, existe la esperanza, fundamentada en pronósticos, de que la temperatura media de enero se mitigue en los próximos días, aunque en ningún caso, dejará el promedio en un cuadrante moderadamente cálido.

En los próximos días, sin ir más lejos, se dará la bienvenida a una masa de aire de cariz bastante más tibio, procedente del océano Atlántico. Será, en palabras de los meteorólogos, una especie de compensación en una temporada sorprendentemente dura.

Los expertos sostienen que la actual ola de frío se debilitará en los próximos días, pero tampoco conviene bajar la guardia. Entre otras cosas, porque las previsiones mantienen el recelo y la posibilidad de una nueva entrada de las temidas corrientes del Ártico. Mejor estar alerta.

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