LA CIUDAD | ALFONSO VÁZQUEZ

La publicidad atea anima el alicaído mundo publicitario

Alfonso Vázquez

Sólo cuando pasan las Navidades, uno cae en la cuenta del exagerado número de colonias y perfumes que hay por el mundo. El resto del año imperan los coches, los desatascadores para baños y cuando los pisos se vendían, el tío sin gracia de Polaris World (lo que en Málaga se conoce como ´un huevo sin sal´).

Por eso, la publicidad atea, se esté o no de acuerdo con lo que vende, es un soplo de aire fresco en el mundo publicitario, que aporta un poco de discusión intelectual a la vida diaria y no sólo el señor al que le sale un ´caño´ de agua por el sobaco.

En algunos autobuses de nuestra EMT ya puede leerse ´Probablemente Dios no existe deja de preocuparte y disfruta de la vida´.

Lo de ´probablemente´ es poco publicitario ya que el producto que vende (la no existencia de Dios´) es algo que el ateo tampoco tiene muy claro.

Ya lo decía el teólogo católico Hans Küng: hoy en día no se puede demostrar científicamente y de forma irrefutable que Dios existe, pero tampoco se puede demostrar lo contrario. La fe, por tanto, es ante todo un acto de confianza en una existencia de la que los cristianos han tenido un ´indicio´ hace dos mil años.

También el ateísmo, sin pruebas irrefutables de por medio, es un acto de confianza, aunque nunca antes hubiera llegado a los autobuses.

Desde el punto de vista ´personal e intransferible´ de un servidor, se hace complicado entender la creación sin un creador, teniendo en cuenta que incluso si nos referimos a la sopa Viña AB, en Málaga hay dos establecimientos que reclaman la autoría.

En cualquier caso, el mensaje publicitario ateo no me convence. Si Dios no existiera es cuando me preocuparía y no me divertiría tanto. El mensaje revolucionario de Jesús de cambiar el mundo y la posibilidad de volver a estar con los seres queridos que se fueron aportan una dosis de alegría a la vida.

Anunciar en los autobuses que la botella está ´medio vacía´ es saludable para la libertad de expresión y la publicidad, pero hay gente que prefiere la botella medio llena. Es una cuestión de confianza y no de superstición.

Destino, El Palo

Ω Una veterana kiosquera del Centro Histórico comentaba esta semana con ironía que en el Este de Málaga debe de existir algún foro internacional o centro de encuentro, porque cada poco tiempo se le acerca un hombre, guiri o nacional, ´trajeado´ o no, y le pide por favor un euro "para coger el autobús e ir al Palo".

"Todos quieren ir al Palo", comenta mosqueada. Menos mal que ella, que si diera un euro a todo el que se lo pidiera ya habría enriquecido a la EMT, les da esta ingeniosa respuesta: "El médico me tiene prohibido por mi salud que dé dinero". Será el mismo que le da consejos a los bancos.

Cuesta de Enero

Ω Realmente cuesta.

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