la ciudad

Una conjunción perfecta entre símbolo y escultura malagueña

Alfonso Vázquez

Las opiniones sobre la estatua de don Antonio Cánovas del Castillo son tan controvertidas como las de la labor arbitral.

Para algunos, la obra es un soplo de aire fresco en un campo artístico que en Málaga hasta entonces (la mitad de los años 70) tendía a buscar la representación ´calcaíta´ del homenajeado.

Otros, sin embargo, sostienen con firmeza que el autor lo que quiso es plasmar al político afectado por un ´golpe de calor´. De hecho, llaman la atención sobre el bigote flácido del prohombre, con ecos de Pancho Villa, para argumentar que la estatua inmortaliza a don Antonio Cánovas en el momento de derretirse (no en sentido figurado) por el terral de Málaga.

Polémicas aparte, sí es cierto que la obra se ha beneficiado del proceso municipal de despejar un poco el Parque. Con los años, Cánovas parecía camuflado en la zona verde que ayudó a impulsar y uno se lo encontraba como por casualidad y hasta provocaba sobresaltos.

El traslado del estadista a su avenida fue un gesto de justicia y también de agradecimiento de su ciudad natal, y la verdad es que hoy se encuentra en un lugar mucho más digno y vistoso.

En los últimos días, el ficus que lo ampara de tanto jaleo de tráfico ha sido testigo de un añadido circunstancial pero muy simbólico. Como en estos momentos hay tantas obras en marcha, ignoramos la procedencia de varias vallas, apoyadas en la enorme base del monumento, pero muy bien podrían proceder de las obras del Puerto o algún arreglo ´colateral´.

Y como pasan las jornadas y las vallas sigue apoyadas junto a don Antonio, cada día quedan mejor y ya forman un conjunto simbólico muy atractivo. Y es así que, de forma accidental, el estadista malagueño ha quedado inmortalizado como ´sustentador de las obras públicas´. Las vallas refuerzan con justicia la imagen de gran impulsor de infraestructuras de Cánovas del Castillo, que tanto hizo por Málaga. Lo mismo hasta se podían incorporar y en todo caso no desentonan.

Las dimensiones

Ω Hace unos días, el autor de estas líneas, al escribir sobre los ´minuteros´ de la EMT se refirió a la existencia de una ´tercera dimensión´, como si se tratara de algo insólito y misterioso.

Los amantes del cine ya conocen desde los años 50 las películas en 3D (e incluso del colegio), así que el lapsus salta a la vista. Además, después de las explicaciones que aquí dio un amable conductor de la EMT, ni siquiera cabe hablar de una cuarta o quinta dimensión sino más bien de que el sistema GPS ´es así´, con sus virtudes y sus defectos.

Lo más ´in´

Ω Ayer hablábamos de carteles y uno de ellos, informativo en mitad de la carretera, señala que el conductor está llegando a la ´Ciudad de la in-Justicia´. El autor del añadido, además de indignado, debe tener un punto de inconsciente por el riesgo físico que implica la hazaña.

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