La cesta de la compra no baja. Al contrario. Los precios se mantienen o suben. Muchos consumidores se sienten asfixiados cuando van al mercado. Los billetes de 50 euros desaparecen con cuatro productos mal contados en el carro. "Y 50 euros no son las 5.000 pesetas de antes, son más de 8.000", se escucha por los pasillos. Carnes, frutas y verduras se encarecen y sin embargo, agricultores y ganaderos acumulan pérdidas. Las diferencias de precio entre el campo y el mostrador son cada vez mayores. ¿Qué pasa en medio? La acción de los intermediarios.

Es justamente lo que vuelve a denunciar la asociación de consumidores Facua en una nueva oleada de su estudio sobre los precios de los alimentos en origen y al consumidor. Lo más significativo, según el presidente de la asociación en Málaga, Manuel Sánchez Vicioso, es la bajada general que se produce en los productos en el origen entre los meses de febrero y marzo. Y sin embargo, los precios de mercado están más caros.

Por ejemplo, las naranjas incrementan su valor, nada más y nada menos, que un 533% desde al árbol a la frutería. Las mandarinas, otro cítrico, cuestan en origen 0,15 euros el kilo, mientras que en el mercado hay que desembolsar 0,65 euros, es decir, un 225% más.

Para realizar este estudio, Facua ha recabado todas las semanas el precio de los alimentos en origen facilitados por Asaja (los agrícolas) y por Famadesa (carne). Además, se lleva a cabo una toma de datos de los distintos productos en los establecimientos del mercado de Atarazanas. De este modo, Facua ha comprobado cómo, a pesar de que el precio de los productos en origen ha bajado, esta situación no ha sido percibida por los consumidores. "Se mantiene el nivel de ganancia de los mayoristas, en primer lugar, y los minoristas, que incrementan los precios", señala Sánchez Vicioso. "Los consumidores sufren, además, la dificultad de que sus salarios no aumentan", recuerda el presidente, que se pregunta: "¿Dónde está la responsabilidad social de las empresas mayoristas? Están estableciendo unos precios abusivos en el momento menos adecuado, porque estamos en crisis. Las empresas tienen que ganar dinero, que para eso están, pero hay que tener más vergüenza torera", sentenció.

Sin beneficios. Por su parte, el secretario general de Asaja en Málaga, Carlos Blázquez, coincide en este diagnóstico. "La agricultura es el único sector que no pone precio a sus productos. Aquí, el precio lo pone el comprador y juega con la baza de que nuestros artículos son perecederos", explica el presidente de los agricultores de la provincia malagueña, que insiste en que la situación es deficitaria.

Por ello, apuesta por que los agricultores dejen de ser sólo agricultores y se conviertan en empresarios agrícolas. ¿Cuál es la diferencia? Está en que los primeros se limitan a cultivar la tierra, recolectar los frutos y venderlos y los segundos, además, darían un salto para ´invadir´ el primer eslabón de la cadena comercial y también comercializarlos, en función de las necesidades del mercado.

Blázquez señala que algo así han realizado los agricultores de la Axarquía que se dedican a los aguacates, mangos y otros frutos subtropicales. Para ello, según admite el propio secretario general de Asaja, es necesario "una organización mejor", aunque, del mismo modo, apuesta por llevar a cabo una regularización del mercado, algo que, en realidad, es mucho más difícil de lo que parece, ya que significaría una intervención por parte de las administraciones.

Así opina Purificación Pineda, concejala de Comercio del Ayuntamiento de Málaga, quien pone como ejemplo la cooperativa olivarera Hojiblanca, en Antequera, o la láctea Central Lechera Asturiana. Los datos aportados por el área de Comercio sobre los precios de referencia en Mercamálaga durante el pasado mes de marzo demuestran la teoría de Facua.

Mercamálaga alquila las naves a los mayoristas, para que éstos vendan los productos que han comprado en el campo, a los minoristas. La estadística es clara. Volviendo a las naranjas. Si el kilo en el campo costaba 0,20 euros y en el mercado llegaba a 0,95 euros, en la lonja malagueña, el precio medio que tuvieron que pagar las fruterías durante marzo fue de 0,48 euros.

Esto quiere decir que el mayorista ganó en la transacción 0,28 euros por kilo de cítricos, mientras que el frutero obtuvo un beneficio de 0,47 euros (sin contar el transporte). El consumidor, para variar, fue el peor parado.